Pass’Aran – Sector Este

TREKKING I 48 km I 3.800 m+

Pass'Aran (Sector Este)

PAÍS DE OSOS

LAS MONTAÑAS Y VALLES QUE SEPARAN –O UNEN– EL VAL D’ARAN Y EL COUSERANS INVITAN A VIAJAR SIN PRISA, CAMINANDO ENTRE CUMBRES ROCOSAS Y MARES DE NIEBLA, SIGUIENDO HUELLAS DE PASTORES, ANTIGUOS MINEROS Y CONTRABANDISTAS, SINTIENDO DÍA Y NOCHE LA EMOCIÓN DE LA CERCANA PRESENCIA DEL OSO, TEMIDO Y VENERADO, MONARCA INDERROCABLE DEL MENGUANTE REINO ANIMAL DEL CADA VEZ MÁS VIEJO CONTINENTE.

Texto y fotos: Sergio Fernández Tolosa & Amelia Herrero Becker

Cinco días y medio en la montaña dan para mucho cuando las prisas no entran en la mochila porque va llena con todo lo necesario para vivir al aire libre. Inspirados por la ruta Pass’Aran, nos adentramos en territorio de osos y oseznos para compartir vivacs con familias de pastores que se bañan en los lagos, pescadores de truchas que encienden fogatas a la luz de la luna, pacientes avistadores de fauna salvaje y randonneurs que siguen disfrutando del contacto con la naturaleza las 24 horas del día.

Nuestra amiga Elena, con la que ya hemos vivido aventuras por el Mascún y Laponia, nos ayuda a pasar de trío a cuarteto. La travesía promete. Y una vez más, la montaña nos recuerda que toda planificación es poca sin una buena dosis de improvisación.

ES UN HOMBRE JOVEN, DE LARGA MELENA, QUE DUERME DE DÍA PORQUE DE NOCHE HACE ESPERAS CON EL DESEO DE AVISTAR ALGUNO DE LOS URSUS ARCTOS ARCTOS QUE HABITAN ESTOS LARES.

RECORRIDO

48 km

Itinerario circular entre el Val d’Aran y el Couserans, con inicio y final en Montgarri. Inspirado en la travesía transfronteriza entre refugios Pass’Aran, pero atajando por el Pòrt d'Òrla.

DESNIVEL

3.800 m+

Dato a considerar. Se acumula en ascensiones prolongadas que reclaman paciencia y buena forma. Algunos descensos también son largos y empinados.

DIFICULTAD

3/5

Terreno muy variado. El flanqueo del Étang Long y las bajadas al Étang Rond y Étang de Milouga están equipados con cables pasamanos y pequeños peldaños de metal.

ATRACTIVOS

☆ ☆ ☆

Los lagos de alta montaña, las cimas rocosas, los hayedos de las zonas más bajas, los antiguos caminos mineros, la excitante sensación de caminar y dormir en territorio de osos…

UNA PIRÁMIDE DE ROCA

A las 9 en punto de la mañana, frente al santuario de Montgarri, un ciclista en manga corta consulta el GPS. El Noguera Pallaresa, recién nacido, alegre y transparente, tintinea bajo el pequeño puente. Desplegamos los bastones, ajustamos las cintas de la mochila y, sin pensarlo un segundo, partimos hacia el este por una huella que enseguida se ramifica en otras menos pisadas.

El sendero de las marcas rojas y blancas asciende entre bosques y praderas inclinadas. Primero hacia la Pleta dels Bandolèrs. Después, hacia la Pleta de Comagireta. Con víveres para cinco días a la espalda, el paisaje avanza muy pero que muy lentamente.

Al superar la cota 2.400 m, la inmensa dolina del Clot dera Renhatja inaugura un celebrado cambio de escenario. Atrás queda el amarillo del forraje quemado por el sol de agosto. Ahora, sobre las rocas desnudas predominan tonalidades y formas que revelan el pasado volcánico de estos relieves. El Tuc de Barlonguèra (2.802 m) corona la postal, con su piramidal e imponente cara sur silueteada en el cielo azul.

CUANDO LA EXCURSIÓN SE TUERCE...

En la invisible frontera, un nuevo mundo se abre ante nuestros ojos y nuestros pies. Un panorámico flanqueo nos conduce hasta el Pòrt de Barlonguèra, donde iniciamos el descenso hacia el Étang Long. Emparedado entre verticales montañas, refulge bajo el sol de mediodía.

Ya a su vera, tomamos un primer bocado, descansamos los pies y observamos de reojo a los entusiastas pescadores. Al rato, afrontamos el estrecho y aéreo sendero que bordea el lago, que se intuye muy profundo. Es un sector emocionante y de belleza cautivadora, de esos en los que el agua ayuda a mitigar el vértigo. En los pasos más expuestos, unos pasamanos anclados a la pared se encargan de echar un cable.

A mitad del descenso al Étang Rond, cuando lo más complicado ya ha quedado atrás, Elena, ya relajada, resbala en una piedra, cae sentada sobre sí misma y al levantarse tiene un dedo de la mano dislocado. Son casi las 5 de la tarde.

... Y CUANDO SE ENDEREZA

Tras valorar la situación y las distintas opciones, decidimos regresar a Montgarri, para desde allí acudir lo antes posible a un centro médico donde le puedan enderezar el dedo.

El plan es el siguiente: Amelia y Chincheta se quedan acampadas a orillas del Étang Long; yo dejo mi mochila en el campamento y cargo con la de Elena para que ella pueda avanzar más cómodamente. Al cabo de 4 horas, llegamos al hospital de Vielha. A las 11 de la noche, el dedo está recto, aunque dolorido y entablillado.

EL TRÍO DE SIEMPRE

Elena y su dedo están a salvo, pero necesitan un descanso. "Elena, te vamos a echar de menos".

A las 6 AM del día siguiente, vuelvo a partir desde Montgarri, esta vez en solitario y sin mochilón. Cuando me reúno con Amelia y Chincheta en el Étang Long –donde no hay cobertura–, me pego una siesta maratón.

Decidimos tomarnos el resto del día con calma, pero para cambiar de escenario avanzamos hasta el siguiente lago. El Étang Rond es el lugar perfecto para practicar el apasionante arte del montañismo contemplativo. Filtramos agua, preparamos tés, releemos el mapa, fotografiamos mariposas, observamos las nubes que cambian de forma y color...

EL RITMO DE LA TIERRA

El tercer día reiniciamos la marcha en dirección al Col de Pécouch. El sendero zigzaguea a los pies del gigantesco Mont Valièr (2.832 m), que nos proporciona una agradable sombra.

Cuando pasamos frente al refugio guardado de Les Estagnous, algunos huéspedes en pantuflas de goma apuran el cigarrillo en las mesas de la terraza y un joven tiende la colada en la parte de atrás. La fuerza telúrica y la grandiosidad del paisaje invitan a la meditación.

La senda continúa por un terreno más abrupto hasta el collado, que nos regala la visión de un valle muy distinto. Los hitos de piedras señalan el rumbo sobre una inmensa losa de roca que pierde altura suavemente hacia los lagos de Milouga y Arauech.

Cuando ya estamos prácticamente sobre ellos, la ruta se cuela por un embudo rocoso que desciende de repente, sin previo aviso. El premio son las cristalinas y refrescantes aguas del Étang de Milouga.

VIVIR ARRIBA

Es realmente pronto para parar. Pero si empezamos a bajar, las temperaturas subirán, así que optamos por quedarnos a los pies del Mont Valièr, explorando los alrededores del Étang d’Arauech, donde los pastores y pescadores de truchas se rifan por estricto orden de llegada los mejores espacios para acampar, tirar la caña, darse un chapuzón y asar el pescado.

Nosotros apuramos nuestras raciones de frutos secos mientras observamos cómo las nubes, cada vez más negras, se encabalgan sobre la sierra. A medida que la tormenta vespertina se acerca, empieza el duelo de hombría: parece que nadie quiere ser el primero en guarecerse. Un rayo ilumina el cúmulo. Llega el trueno. Ya estamos dentro de la tienda.

A la mañana siguiente, bien temprano, iniciamos el largo descenso hacia el Pla de la Lau. Tras un pausado flanqueo en el que apenas perdemos altura, la ruta baja por un zigzag de manual que desemboca en el hayedo. La ola de calor convierte el bosque en un pequeño oasis, un refugio térmico del que no apetece salir.

EL HOMBRE QUE SUSURRA A LOS OSOS

Cuando el sol ya está bajo y las nubes de evolución vuelven a cubrir el cielo, reemprendemos la marcha collado arriba. La senda se encabrita aupándonos entre hayas y acebo hasta la Cabane du Trapech du Milieu, que tiene fuente en la puerta y está dividida en dos compartimentos.

Alguien ha dejado la colada extendida sobre la hierba y las botas frente a la puerta de atrás. A última hora, aparece y saluda. Es un hombre joven, de larga melena, que duerme de día porque de noche hace esperas con el deseo de avistar alguno de los Ursus arctos arctos que habitan estos lares.

Se llama Eden, viene de Bretaña, lleva días solo y tiene ganas de hablar. Sus padres, queriendo o sin querer, le dieron un nombre que para la mayoría encarna el paraíso, pero que para los ingleses de la antigüedad significaba “bendito osezno; gran guerrero”. Hace dos noches, nos cuenta, le pareció ver a dos osos jóvenes jugando entre los matorrales. Hoy dormiremos dentro del refugio.

VIEJOS CAMINOS MINEROS

Tras cuatro días caminando bajo el sol, haciendo siestas a la sombra de los monolitos y durmiendo medio destapados bajo las estrellas, las nieblas emboscan el mundo. El aire se vuelve húmedo, frío y afilado. Las rocas oscurecen bajo la lluvia y los rebaños empiezan a bajar de las estivas azuzados por los pastores y escoltados por los bravos patous.

Eden ha despertado cubierto por el rocío, empapado, tras pasar la noche tumbado en un prado cercano a la cabaña. Nos despedimos y continuamos con la ascensión por el zigzagueante sendero. No se ve nada a 50 metros, 25 metros, 5 metros…

Coronamos el puerto, donde hay otro refugio similar, pero sin fuente. A mitad de bajada nos desviamos ya del itinerario de la Pass’Aran, para iniciar el regreso al Val d'Aran a través del Pòrt d'Òrla.

Tomamos un antiguo camino minero muy agradable que flanquea a media ladera, abriéndose paso a través de la roca y el hayedo. Un túnel, una bocamina, otro túnel… En algunos aún están las traviesas de madera de la vía por la que transportaban el mineral. Al final, yacen las ruinas de pequeños edificios de piedra medio engullidos por la vegetación y una colección de vagonetas oxidadas.

ATAJO ENTRE LAS NUBES

Nuestro atajo remonta el valle labrado por el Orle, pasa junto a la Fontaine Rouge –donde el barro cambia de color– y hace escala en la Cabane de Hounta (1.470 m), en la que aprovechamos para comer a cubierto.

Cuando para de lloviznar, continuamos hacia lo alto por un sendero que ha sido desbrozado recientemente. Al superar la cota de la vegetación, ya cerca del refugio libre George Pons (2.130 m) –también llamado Cabane des Chasseurs–, un soplido de viento dispersa la niebla. Durante apenas un minuto podemos deleitarnos con la grandiosidad del paisaje, que se muestra desnudo, más alpino y vertical de lo que habíamos imaginado.

Al llegar al refugio, unos tímidos rayos de sol invitan a parar, secarse y disfrutar de los alrededores. La cara occidental del Tuc de Barlonguèra impone, pero la montaña más fotogénica de todas es el Tuc der Òme Mort, una especie de Machu Picchu que se eleva entre el caos de rocas, justo enfrente de la cabaña metálica. Sin embargo, poco después de rellenar las cantimploras en la Fontaine de la Montanheta, la lluvia vuelve a arremeter, cada vez con más fuerza.

EL SONIDO DEL AGUA

Durante buena parte de la noche, la lluvia acribilla la sonora chapa del refugio. Por suerte, las goteras no caen sobre las literas.

Tras alargar todo lo posible el desayuno y preparar tés hasta agotar el gas del hornillo, nos mentalizamos para salir bajo el temporal. Sólo hay que coronar el Pòrt d’Òrla (2.324 m) y descender por el valle opuesto, donde tomaremos el GR-211 en dirección a Montgarri. Para nuestra sorpresa, el agua será lo de menos. Es un viento de rachas enloquecidas lo que casi nos tumba en varias ocasiones.

Al superar el collado, la lluvia amaina y la visibilidad mejora, mostrándonos el antiguo camino de las Minas deth Horcalh. De bajada, el sendero, poco marcado y bastante desfigurado por los pisotones y las boñigas licuadas de las vacas, no siempre queda del todo claro, pero acabamos llegando a la pista.

Tras cinco días y medio de silencio y sosiego, hemos llegado a la antesala de la civilización. Las vacaciones han terminado.

MAPA & TRACK GPS

Powered by Wikiloc

GUÍA PRÁCTICA

ÉPOCA IDEAL De junio a septiembre. La presencia de neveros o hielo puede complicar algunos pasos en la zona del Étang Long. En verano también hay que consultar la previsión meteorológica ante la posibilidad de tormentas de evolución.

ORIENTACIÓN Hemos utilizado el mapa de la travesía Pass’Aran de la Editorial Alpina, de escala 1:25.000. En el GPS TwoNav instalamos la versión digital del mapa Val d’Aran de la misma editorial (escala 1:40.000 y edición de 2021-22), que cubre prácticamente todo el recorrido de la ruta, y los mapas digitales del IGN Francia Top25 (la zona suroeste cubre todo el Pirineo francés).

DURACIÓN Por kilometraje y desnivel, nuestra ruta por el sector este de la Pass'Aran es ideal para completarse en 3 jornadas.

AGUA Como siempre, nosotros potabilizamos directamente de los arroyos e ibones mediante el softflask con filtro purificador LifeStraw. Así nos avituallamos fácilmente y cada pocos kilómetros, ahorrando un peso importante en la mochila. Teniendo en cuenta el poco peso extra que implica, también llevamos un blíster de pastillas potabilizadoras de dióxido de cloro.

CALZADO El terreno es verdaderamente variado, pero se requiere calzado de montaña que proteja de la humedad, ofrezca buena adherencia en roca, tierra y pastizales inclinados, y retenga en las largas y empinadas bajadas. Con las Bestard Android y las Bestard Bosc, modelos más ligeros y flexibles que los de pura alta montaña, nos sentimos cómodos y protegidos.

ABRIGO La previsión meteorológica era favorable para los cuatro primeros días, aunque había riesgo de tormentas vespertinas. A partir del quinto, niebla, lluvias y viento fueron protagonistas. Imprescindible llevar chaqueta y pantalón de lluvia, funda impermeable para la mochila y calzado con goretex.

COMIDA Nosotros hicimos toda la travesía en régimen de autosuficiencia, pero el recorrido empieza y acaba en el Refugi Amics de Montgarri, que tiene restaurante; en el km 13 pasa por el Refuge Les Estagnous, que da cena y desayuno a los alojados; y en el km 24 por la gîte d’étape Maison du Valier, que también tiene restaurante. Para confeccionar los menús de una travesía autosuficiente sin lastrar en exceso la mochila, los siguientes trucos para alimentarse bien en rutas de varios días pueden resultar muy útiles.

DORMIR Nosotros planteamos la travesía en modo vivac. La existencia del Refuge Les Estagnous (km 13), la gîte d’étape Maison du Valier (km 24) y multitud de cabañas de pastor abiertas para el uso responsable de randonneurs –Cabane de l’Artigue (km 27), Cabane du Trapech de Milieu (km 28, con fuente), Cabane de Hounta (km 36), etc.– y el refugio libre George Pons (km 39, con fuente), permiten organizar la travesía con mucha libertad. Por supuesto, siguiendo todos los principios de Leave no trace.

CÓMO LLEGAR La excursión comienza y termina en el Refugi Amics de Montgarri, en la comarca de Val d’Aran, Lleida. Se accede por pista de tierra apta para turismos (7 km desde el Pla de Beret).

ENCANTARÁ… A randonneurs con piernas montañeras en busca de nuevos horizontes y rutas no tan conocidas.

CONTRAINDICADA PARA… Senderistas con poca experiencia en montaña.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *