GUÍA PRÁCTICA
SANDALIAS PARA VIAJAR EN BICICLETA O A PIE
SEGUNDOS DE A BORDO
¿CUÁL ES EL SEGUNDO CALZADO MÁS APROPIADO PARA TU SIGUIENTE ESCAPADA DE BIKEPACKING? ¿EL MÁS LIGERO? ¿EL MÁS POLIVALENTE? ¿EL QUE SE SECA ANTES? ¿Y PARA UN TREKKING DE VARIOS DÍAS?
Texto y fotos: Sergio Fernández Tolosa & Amelia Herrero Becker
Durante un viaje en bicicleta, no todo tiene que ser pedalear. Podemos acampar, dar paseos, ir a la playa, hacer visitas culturales, nadar en un lago, escalar montañas, descender cañones, remar con el pack-raft… Dependiendo de qué pretendamos hacer, necesitaremos incluir en el equipaje unas zapatillas de trekking o trail running, botas de montaña, sandalias de río…
Y aunque el pedaleo vaya a ser la actividad principal y pretendamos mantener el equipaje lo más minimalista posible, es del todo recomendable incluir al menos unas sandalias. Serán útiles para los ratos de descanso, vadear ríos sin mojar el calzado de bici, acceder a las duchas de los camping, etc.
En este artículo analizamos pros y contras de cinco tipos de sandalias que hemos probado sobre el terreno a lo largo de los años: desde las clásicas sandalias de río Teva a sandalias híbridas más protegidas tipo Keen, las minimalistas huaraches, los archiconocidos Crocs y las populares chanclas de dedo. Si lo lees, quizá te ahorres algún que otro paso en falso.
LA EXPERIENCIA ENSEÑA QUE ESCOGER CORRECTAMENTE TAMBIÉN SIGNIFICA NO DUPLICAR ÍTEMS CON FUNCIONES SIMILARES O QUE SE SOLAPEN, PUES ESO TAMBIÉN AFECTARÁ AL PESO.
¿PEDALEAR CON SANDALIAS?
Aunque nos encanta llevar los pies al aire libre y sabemos que hay ciclistas que realizan grandes travesías con sandalias –por ejemplo, Lachlan Morton y su Tour de France con Birkenstocks–, nunca hemos optado por las sandalias como primer calzado en una travesía en bicicleta. Las hemos utilizado en desplazamientos breves a lo largo del viaje, pero para pedalear por terrenos exigentes preferimos un calzado que aproveche mejor la fuerza del pedaleo y, sobre todo, mantenga los pies más protegidos en caso de caída, golpes con ramas, arbustos o piedras voladoras que a veces escupe la rueda delantera de la bici.
NO SÓLO LIGEREZA
A la hora de hacer el equipaje para una travesía en bicicleta, el peso suele ser uno de los criterios más importantes, pero no ha de ser el único. El volumen también resulta determinante. Además hay que saber encontrar el equilibrio entre ligereza, fiabilidad y polivalencia. La experiencia enseña que escoger correctamente también significa no duplicar ítems con funciones similares, por muy ligeros que sean, pues eso también afectará al peso. Por lo tanto, conviene elegir un segundo calzado que cubra el máximo de circunstancias previstas para ese viaje determinado.
MINIMALISMO
En una escapada tipo brevet como la CAT700 o la Tuscany Trail, en que pedaleamos de sol a sol y dormimos al lado de la bici, puede que parezca innecesario cargar con un segundo calzado. Pero si vamos a pernoctar en algún alojamiento, siempre irá bien contar con algo para ponerse a la hora de la cena, movernos por el hotel, ir a hacer cualquier recado o, sencillamente, dejar respirar los pies después de todo el día embutidos en el calzado de ciclismo. En casos así, podemos optar por algo ligero y compacto. Lo más versátil serían unas chanclas de piscina de suela fina o unas flip-flops de EVA.
SECADO RÁPIDO
Si buscamos más confort y no nos importa que ocupen mayor espacio, podemos optar por unos zuecos tipo Crocs o unas sandalias Birkenstock de la gama de EVA. Este compuesto tiene una clara ventaja: es hidrófugo. Su estructura de "celda cerrada" evita la entrada de agua en el propio material, lo que favorece que se sequen de forma instantánea.
1. SANDALIAS TEVA
Las sandalias de río tipo Teva fueron durante un tiempo nuestra primera opción como segundo calzado en los viajes en bici. En concreto, las que más utilizamos fueron las Teva Hurricane, uno de los grandes clásicos de la marca. Se trata de una sandalia muy polivalente, sólida –aunque no tan robusta como su hermana Terra– y ergonómica, que permite moverse por diferentes terrenos. Sin embargo, tiene dos handicaps: pesan bastante y las tiras tardan mucho en secarse –con lo que aún pesan más– y una vez mojadas no es buena idea guardarlas en las alforjas.
En cambio, las Teva Hurricane Drift Water Sandal se secan al instante. Están hechas con EVA inyectada, son relativamente ligeras –146 gramos en talla 38–, relativamente anchas y flotan. No las hemos probado personalmente, pero si no pretendes hacer trekkings muy serios y te gustan las sandalias clásicas, pueden ser una buena opción, pues tienen un drop de 10 mm. Pueden ir bien, por ejemplo, para cruzar los ríos de las Highlands Islandesas. Además, si hace frío se pueden usar con calcetines y al ser hidrófugas se pueden llevar por fuera del equipaje.
Sí hemos utilizado las Teva Original, que estarían a caballo entre los dos modelos anteriores. Son más ligeras que las Hurricane –sólo 152 gramos por pie en talla 40–, pero también menos robustas y la suela es mucho más flexible.
2. SANDALIAS KEEN
Las sandalias Keen Newport han sido otro indudable clásico del outdoor. Se trata de una sandalia robusta, con mucha protección –sobre todo en la puntera y la suela–, que fue concebida tanto para deportes acuáticos como para caminar por senderos. Aunque su creador –Martin Keen– presume de haber vendido más de 50 millones de pares desde su lanzamiento en 2003, nosotros no las hemos tenido nunca, pues nos parecieron un pelín mastodónticas. Y es que no son nada livianas: 400 gramos por pie.
Lo que sí tuvimos durante años fue un par de sandalias Keen Whisper, una versión más ligera que mantiene la esencia original de las Newport. La suela de las Whisper es más flexible y algo más fina –tiene 26 mm de grosor en la zona del talón y un drop de 8 mm, por los 28 mm y 9 mm de las Newport–, pero conserva el protector de la puntera y el empeine cerrado pero bien ventilado característicos de la marca.
El mayor handicap de este tipo de sandalias es que tardan bastante en secarse. Nosotros las usamos en nuestro primer viaje en bicicleta por las Highlands Islandesas, donde hay que vadear muchos ríos, lo que obliga a cambiarse de calzado cada poco con tal de mantener seco el de bici. En la siguiente visita a Islandia ya optamos por llevar unos Crocs.
3. SANDALIAS TIPO 'HUARACHE'
Las sandalias tipo 'huarache' se caracterizan por tener suelas finas, flexibles y completamente planas –es decir, drop cero–. Suelen ser bastante ligeras –por debajo de los 200 gramos por pie–, ocupan poco espacio y muchas de ellas están pensadas para caminar por senderos, especialmente aquellas que cuentan con suela Vibram.
El objetivo de este tipo de calzado es respetar el movimiento natural del pie. Para ello, tienen una base espaciosa que permite que se expanda en toda su amplitud y longitud. La ausencia de soporte para el arco plantar de estas sandalias obliga al pie, los dedos y los tobillos a hacer todo el trabajo. Ello requiere un cierto entrenamiento, pero acaba, a la larga, reforzándolos.
Dentro de la gran variedad de modelos inspirados en las tradicionales huaraches, hay algunas que están más reforzadas y tienen la suela más consistente. Las Bedrock Cairn Evo 3D PRO, por ejemplo, tienen una suela de 16 mm de grosor, con drop cero y forma ligeramente anatómica. El peso es de unos 250 gramos por pie en talla 42'5 EUR.
Nosotros hemos tenido unas RRAT's, que están fabricadas en España y se parecen bastante a las Bedrock, que provienen de los EEUU. Las RRAT's Y-Mountain tienen una suela de 16 mm de grosor y drop cero. Para caminar por senderos son perfectas (tienen suela Vibram). Para pedalear, se echa en falta un poco de rigidez, pero para desplazamientos cortos cumplen de sobra.
Sobre la báscula, en talla 47 EUR, el peso es de 250 gramos por pie, lo que no las hace especialmente ligeras, pero hay que tener en cuenta que son mucho más que unas sandalias para ir a la ducha. Eso sí, al tener cintas de polipropileno, el tiempo de secado es similar al de las Teva Hurricane.
Las huaraches se pueden usar con calcetines, pero han de ser tipo tabi –con separación entre el dedo gordo y el resto–. Y al ser de drop cero, hay que tener en cuenta que requieren un tiempo de adaptación.
4. CROCS, BIRKENSTOCK ET AL.
Hemos usado Crocs como segundo calzado en viajes en bicicleta y a pie por los Pirineos, Armenia, Islandia –ver vídeo de la travesía de las Highlands, minuto 1:19–, etc.
Somos conscientes de que los Crocs no sirven como calzado de montaña –aunque Frank de la Jungla quizá opine que sí– y tampoco para pedalear largas distancias. Y a nivel estético, ya sabemos lo que piensa Tan France, el estilista del programa de Netflix Queer Eye: que sólo debes ponerte unos Crocs “si quieres vivir en el celibato”.
Sin embargo, pensamos que los Crocs Classic son una opción muy polivalente como segundo calzado en una travesía cicloturista. Se pueden usar con o sin calcetines, tienen la horma bastante ancha, están ventilados, funcionan como un zueco, ofrecen la posibilidad de usar o no la correa del talón, el pie queda bastante protegido, aportan un cierto soporte plantar y la puntera deja espacio para los dedos. Por otra parte, son prácticamente irrompibles, fáciles de limpiar y flotan. La lista de pros es larga, pero la característica más importante es que no se empapan porque están hechos de una resina de PEVA de celda cerrada llamada Croslite™ que impide la entrada de agua en el material.
Por contra, los Crocs no son la opción más ligera: pesan entre 150 y 225 gramos por pie, dependiendo de la talla. Además, ocupan bastante volumen y no se pueden doblar para guardarlos. Por último, el hecho de que sean prácticamente indestructibles –aunque la suela, de la fricción, sí que se desgasta– también dificulta su reciclaje (evidentemente, esto es algo que no afecta sólo a los Crocs).
Otra opción que estaría a caballo entre las chanclas de piscina y los Crocs serían las Birkenstock Arizona de EVA. Pesan sólo 100 gramos por pie en talla 40 y son de material hidrófugo, por lo que se secan al instante. Además, dejan bastante espacio para los dedos en la puntera y se pueden usar con calcetines normales.
Para caminar por montaña no son aptas, pero en zonas urbanas o terreno fácil son muy cómodas, pues tienen forma ergonómica, soporte plantar y el pie queda más protegido que con unas simples flip-flops. Te sirven igual para dar un paseo, embarcar en el avión –incluso con calcetines– o evitar entrar descalzo a según qué ducha.
5. CHANCLAS DE DEDO, DE PISCINA, ETC.
Tal y como avanzábamos al principio, las sandalias tipo flip-flops, también llamadas de dedo, son adecuadas para escapadas en las que queremos limar gramos y vamos a caminar muy poco, pero necesitamos "algo" para después de las etapas.
Evidentemente, no sirven para pedalear ni para andar por terrenos abruptos. Y en caso de querer usarlas con calcetín, tendrá que ser tipo tabi.
Las hay de muchos tipos y de materiales distintos. Interesan las que tienen la suela de espuma tipo EVA, un polímero muy ligero y flexible que absorbe impactos pero repele el agua, de manera que se secarán enseguida y pesarán menos.
Todas ellas ocupan poco, pero el peso sí varía, y mucho, de unas a otras. Por ejemplo, las Quicksilver de la foto, en talla 47 EUR, pesan 144 gramos por pie. En cambio, unas Havaianas de goma más densa, pese a ser de la misma talla y tener la horma más estrecha, dan un peso de 237 gramos por pie (incluso más que los Crocs de la misma talla).
Si se te ocurre algún otro ejemplo, déjalo en esta sección y así completamos el repertorio.
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