Pirineu Girona Challenge 2019

BACKROADS I 280 km I 4.800 m+

Pirineu Girona Challenge 2019

REDESCUBRIENDO EL CICLISMO

LA PRIMERA EDICIÓN DE LA PIRINEU GIRONA CHALLENGE NOS DEMOSTRÓ QUE EL FIN DE SEMANA PERFECTO TAMBIÉN PUEDE ACONTECER BAJO LOS PRIMEROS CIELOS NUBLADOS DEL OTOÑO. LA FÓRMULA MAGISTRAL SE BASA EN UNA CUIDADÍSIMA SELECCIÓN DE CARRETERAS QUE SURCAN EL PIRINEO GERUNDENSE, LA ZONA VOLCÁNICA DE LA GARROTXA Y LOS SUAVES RELIEVES DE L’EMPORDÀ. EL RESTO ES SÓLO CUESTIÓN DE SUBIRSE A LA BICI Y PEDALEAR.

Texto: Sergio Fernández Tolosa / Fotos: Gonzalo Rodríguez (FotosCursa) & Pol Puig Collderram

Dos años después de la inolvidable edición inaugural de la Orbea Cadí Challenge, llegó a nuestro buzón de correo una magnífica buena nueva. Bajo el mismo formato y con el mismo espíritu, Backroad Challenges presentaba la Pirineu Girona Challenge, una marcha cicloturista de dos días que recorre las carreteras más desconocidas y solitarias del Pirineo más oriental. Tras un pequeño ajuste de agendas, nos presentamos en la línea de salida dispuestos a estrujar el fin de semana sobre la bicicleta y olvidarnos de todo lo demás.

LA LENGÜECILLA DE ASFALTO SE PIERDE POR UN MOSAICO DE VERDES, ENTRE MASÍAS, CAMPOS DE CEREAL Y BOSQUES. FLUIMOS CONCENTRADOS, DISFRUTANDO DEL MOMENTO, DE CADA BAJADA, DE CADA TOBOGÁN. EL LUNES NO EXISTE.

RECORRIDO

280 km

Itinerario circular dividido en dos etapas, con inicio y final en Sarrià de Ter y Camprodon, respectivamente, siempre por carreteras y pistas agrícolas pavimentadas de espíritu 100% backroads.

DESNIVEL

4.800 m+

La etapa del sábado es mucho más exigente que la del domingo, en que se llega a meta cómodamente a la hora de comer. Es probable que el circuito varíe en próximas ediciones, centrándose más en la montaña.

DIFICULTAD

5/5

La exigencia física del trazado la convierte en un reto deportivo sólo al alcance de ciclistas muy bien preparados. Hay que tener en cuenta el horario de corte, que ronda los 21 km/h de media.

ATRACTIVOS

☆ ☆ ☆

Encadenar el Col de Soous y el Col d’Ares al final de la primera etapa, el inmejorable ambiente (sin masificaciones), los avituallamientos al final de las etapas, la agradable sensación de rodar por carreteras tranquilas...

MÁS KILÓMETROS, MÁS DIVERSIÓN

Sobre el mapa, la travesía se presenta algo más dura que la Cadí Challenge, especialmente la jornada del sábado, con un recorrido previsto de 160 km y 3.300 m+ que a los menos preparados es muy posible que nos pase factura, pues el puerto más largo aguarda felinamente agazapado en la parte final del recorrido. Habrá que tomarlo con calma.

Bajo el arco de salida, el cielo cubierto y una tramuntana que barre el Empordà invitan a ponerse los manguitos y esconderse en la cola de algún grupo numeroso en el que nadie pida explicaciones, pero nuestra falta absoluta de experiencia en este tipo de dinámicas hace que todo sea mucho más divertido. Por eso, cuando Carles Pinyol me pregunta desde su moto de asistencia por qué voy tan lento, sólo sé enviarle una sonrisa. El viento se llevaría mis palabras, así que empiezo a redactar mentalmente una evasiva creíble que encaje en la narrativa épica típica de las carreras:

"En el km 3, mi compañero y yo nos hemos visto envueltos en una caída, hemos quedado cortados y al intentar conectar con el grupo, que tiraba muy fuerte, hemos perdido toda opción...".

Pero no es así. Nuestras opciones están más intactas que nunca. Avanzamos en el grupo de cola, dando relevos como buenamente podemos, parafraseando a Tim Krabbé, riendo y apretando los riñones por igual, entre viejos amigos y amigos a los que hemos conocido hace un segundo. Es lo que tiene el ciclismo, que une.

EL VIENTO SE LLEVARÍA MIS PALABRAS, ASÍ QUE EMPIEZO A REDACTAR MENTALMENTE UNA EVASIVA CREÍBLE QUE ENCAJE EN LA NARRATIVA ÉPICA TÍPICA DE LAS CARRERAS.

EL BIDÓN EN EL BOLSILLO

El sector llano inicial, de unos 50 km, se hace más cuesta arriba de lo previsto. Sin embargo, pese al vendaval, disfrutamos del trazado, especialmente cuando la carretera nos iza hasta el Coll de la Salut, para después bajar hacia Boadella d'Empordà, donde empieza la larga ascensión hacia Maçanet de Cabrenys y Coustouges.

Mi amigo Pol, que es la primera vez que se apunta a una marcha cicloturista, descubre muy pronto que en esta clase de eventos en realidad se practica poco el arte del turismo. "No he visto a nadie parando a hacer fotos", apunta con ironía.

Por fortuna, el viento ya no nos da en la nariz, pero el perfil ascendente hasta la frontera se dilata más de la cuenta. El ánimo mejora nada más cruzar la línea invisible y empezar a fluir por los bosques de la ladera norte del Pirineo. La carretera, angosta y sinuosa, nos hechiza con sus curvas, sus sombras, sus selvas de helechos...

COL DE SOOUS Y COLL D'ARES

Una balsámica bajada nos sitúa a orillas del río Le Tech, a los pies de la carretera más bucólica que uno pueda imaginar. Es el km 110 y aquí empieza la ascensión al Col de Soous. En realidad es un 'chemin' asfaltado recientemente que serpentea a través de la espesura. Una auténtica delicia.

Tras pasar por el alto, la carretera se desploma sobre Prats de Molló. Aunque vamos fuera de control desde hace horas, en el avituallamiento nos preparan unos sandwiches rebosantes de Nutella que nos dan alas durante la primera parte de la ascensión al Coll d'Ares.

Una docena de curvas más arriba, el caño de energía se agota y volvemos a nuestro desarrollo natural. Un, dos, tres, cuatro... Un, dos, tres, cuatro... La carretera se desenrolla como una esterilla interminable. Primero entre bosques. Luego entre pastizales. En el cielo, los nubarrones se apretujan en una amalgama de tonos grises que difuminan el paisaje, eclipsan las montañas y anticipan el ocaso. La cumbre se hace de rogar. El tiempo parece detenido.

Pero el reloj sí avanza. La primera vez que crucé este collado tenía 16 años. Entonces aún había garitas y aduana. Hoy el paso está desierto y la pendiente favorable y la luz del atardecer invitan a pocas ceremonias. Nos abrigamos, felices de haber conquistado el último bastión de la etapa, y dejamos que la gravedad nos guíe hasta Camprodon. En la línea de meta nos esperan con un buen plato de fideuá, cerveza, butifarras...

UNA DOCENA DE CURVAS MÁS ARRIBA, EL CAÑO DE ENERGÍA SE AGOTA Y VOLVEMOS A NUESTRO DESARROLLO HABITUAL. UN, DOS, TRES, CUATRO...

OTRO PLÁCIDO DOMINGO

Después de la cena, el concierto, la cervecita artesana y ocho horas de sueño reparador, el desayuno buffet del hotel Sant Roc nos hace recordar que este fin de semana toca vivir como auténticos ciclistas. Bueno, quizá como ciclistas de los de antes. De los que comían de todo: pan, jamón, mermelada, café, tostadas, fruta, queso, bizcocho, zumo, cereales, muesli, más café… De todo, en cantidad y, como diría Arguiñano, rico, rico.

Ya sobre las bicis, la salida neutralizada nos conduce en pelotón carretera abajo, a orillas del río Ter. En Sant Pau de Seguries nos desviamos hacia la Vall del Bac por una idílica carretera que recorre este valle cerrado, inhóspito y poco conocido que hasta hace poco tiempo era prácticamente inaccesible. A nuestro lado pedalea Jordi Laparra, coautor de la mítica Transpirenaica en BTT de principios de los noventa y diseñador del itinerario de esta marcha. "Por aquí pasaba la travesía de los Pirineos original. Esta carreterilla era un camino…", musita Jordi mientras afrontamos la primera cuesta, como si hablase hacia sus adentros.

La lengüecilla de asfalto se pierde por un mosaico de verdes, entre masías aisladas, campos de cereal y masas de bosque. Fluimos concentrados, felices, disfrutando del momento, de cada bajada, de cada tobogán, de cada curva. El lunes no existe.

ESTA CARRETERILLA ERA UN CAMINO... NOS CUENTA JORDI LAPARRA, COAUTOR DE LA MÍTICA TRANSPIRENAICA EN BTT DE PRINCIPIOS DE LOS NOVENTA Y DISEÑADOR DEL RECORRIDO DE ESTA MARCHA.

LAS MIL Y UNA CARAS DEL TIEMPO

Poco después de pasar frente a uno de los hostales más antiguos de Cataluña, de los de aquella era no tan lejana en la que las vías de comunicación más veloces eran simples caminos de herradura, salimos a la vieja N-260, hoy desierta, pues los coches circulan por la variante del túnel que evita el pueblo. De esta manera subimos tranquilos a Castellfollit de la Roca, donde aún se anuncian sus afamadas magdalenas artesanas, y continuamos rodando sin tráfico hasta Olot, que nos da la bienvenida por un camino vecinal que se abre paso entre los volcanes de La Garrinada y Montsacopa.

Nada más entrar en el parque natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, dejamos la carretera de Santa Pau para seguir disfrutando del silencio y los cambios de ritmo entre campos, bosques, estanques y conos volcánicos que tratan de pasar desapercibidos bajo una gruesa manta de vegetación, como si quisieran alargar un poco más su última siestecilla, que ya dura más de diez mil años.

A orillas del lago Banyoles, la iglesia románica de Santa Maria de Porqueres merece una breve parada con tal de observar al menos el pórtico, donde hay esculpidos leones que comparten cabeza, conejos de grandes orejas, felinos rugiendo y gatos voladores. En el interior está lo mejor, pero para eso ya hay que quitarse el casco y vamos justos de tiempo. De hecho, ya rondamos el fuera de control.

A partir de aquí y hasta la línea de llegada, el track nos conduce con mucho acierto por un complejo entramado de carreterillas rurales que suben y bajan, tuercen aquí y allá, y nos evitan rodar por la autovía C-66, que sólo pisamos durante 800 metros. En la llegada de Sarrià de Ter nos espera el suculento catering, con aperitivo, primero, segundo y postre.

Somos los últimos, o casi. El box de bicis y maletas está vacío. Mucha gente ya se ha ido a hacer la digestión a casa. Quién sabe. Quizá hasta salgan esta tarde a oxigenar las piernas. Pol y yo conversamos con otro ciclista de los que también apuran hasta el final. De soslayo, vemos cómo se deshincha el arco de meta. El cronómetro marca cero. Observo la larga mesa desierta y siento cierta envidia por los que pueden ir más rápido, pero también pienso que en verdad, en carreteras así y en buena compañía, cuanto más tiempo estás, más disfrutas.

DE SOSLAYO, VEMOS CÓMO SE DESHINCHA EL ARCO DE META. OBSERVO LA MESA DESIERTA Y SIENTO CIERTA ENVIDIA POR LOS QUE PUEDEN IR MÁS RÁPIDO.

2 Responses

  1. Ferran
    | Responder

    ¿Y la organización os deja la mochila el Camprodon para dormir?

    • conunparderuedas
      | Responder

      sí, Ferran, la organización traslada los equipajes de los participantes del punto de origen al punto final de cada etapa, tal y como indicamos en el apartado “guía práctica” del final del artículo
      gracias por tu interés y tu mensaje
      un saludo!

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