Pic de Bataillence (2.625 m)

TREKKING I 16 km I 1.150 m+

Pic de Bataillence (2.625 m)

BATALLAS PERDIDAS

EN LOS CONFINES DEL VALLE DE BIELSA, ENTRE LOS PUERTOS DE SALCORZ Y LA FORQUETA, UN CRESTÓN PIZARROSO CON NOMBRE DE BATALLA SURCA LA DIVISORIA HACIA ANTIGUOS CAMINOS DE PASO, CONTRABANDO Y HUIDA.

Texto y fotos: Sergio Fernández Tolosa

El día que subimos por primera vez al Gorgo de Salcorz ya sabíamos que, muy pocos metros más arriba, la montaña cambia de nombre. Es, posiblemente, la secuela más candorosa e inocente de la existencia de una frontera.

Desde la orilla del lago, al final de la huella que da sus últimas lazadas bajo una cresta refulgente, se adivinaban el cordal y la invisible frontera. Entre las nubes aguardaba el Puerto de Salcorz, de 2.462 metros de altitud, que del otro lado recibe el nombre de Port d'Héchempy. La curiosidad empujaba, pero no lo suficiente para alejar la oscura y fría niebla que se había apoderado de las alturas y recomendaba regresar otro día.

A ORILLAS DEL LAGO PASAMOS UN BUEN RATO JUGANDO A DESINTEGRAR NUBES CON LA MIRADA, OBSERVANDO PACIENTEMENTE A LOS RENACUAJOS TRANSFORMÁNDOSE EN RANAS.

RECORRIDO

16 km

Itinerario circular que enlaza el ibón y el Puerto de Salcorz con La Forqueta pasando por la cumbre del Pic de Bataillence (2.625 m).

DESNIVEL

1.150 m+

Ascensión intensa –sobre todo al inicio– que se concentra en la primera mitad del itinerario. Después del sector por la divisoria, la bajada es más tendida.

DIFICULTAD

3/5

En el sector que transita sobre la línea fronteriza, la parte técnica de la cresta se puede evitar fácilmente por una huella que carece de exposición.

ATRACTIVOS

☆ ☆ ☆

Las espectaculares vistas a dos aguas, los ibones, la llamativa flora, el viaje hacia el pasado minero y los tristes hechos de la Bolsa de Bielsa...

HACIA LA CORNISA

Y aquí estamos, una semana después, exactamente en el mismo lugar, dispuestos a ir un poco más arriba y cerrar el círculo por el Circo de La Pinarra.

Hasta el Gorgo de Salcorz, la excursión es idéntica: nos topamos con la furiosa pendiente en el bosque de pino negro atacado por la procesionaria, las delicadas orquídeas junto al arroyo de aguas cristalinas, las dramáticas vistas del Valle de Barrosa, las densas praderas rebosantes de rododendros, las hermosas pero mortales formas y colores del Aconitum napellus – también conocido como anapelo azul o matalobos–...

Una vez en el collado, el mastodóntico macizo del Pic de Pène Abeillère (2.611 m) y el Pic de Garlitz (2.798 m) se adueña de todas las miradas. En el paso languidecen los restos de la base de una pilona –de pizarra, cómo no– del viejo teleférico minero. Hacia el otro lado, el valle se desploma como un tobogán de hierba hasta Granges du Moudang. En la inclinada ladera aún se aprecian los restos de chatarra abandonada: una torre oxidada y retorcida, una vagoneta…

Una senda poco marcada desciende hacia el Lac de Héchempy, que desde aquí queda oculto por la montaña, pero que unos metros más allá aparece rodeado de tranquilidad. La tentación de visitarlo es grande, pero implicaría bajar unos metros y la excursión prevista ya tiene suficiente desnivel, así que lo dejamos para otra ocasión y nos concentramos en la tímida pero franca huella que singla la arista.

SIN PRISAS, CON PAUSAS

Al poco tiempo nos cruzamos con un montañero. Es holandés, se llama Mike, se encuentra en plena HRP y camina feliz por un "paisaje maravillosamente solitario" –se nota que viene de Gavarnie–. Tras celebrar nuestra suerte y desearnos buen viaje, continuamos cada cual con su rumbo, a ratos por el filo del crestón, a ratos por la quebradiza ladera.

Poco antes de encarar la rampa final a la cima del Pic de Bataillence, Chincheta y yo ganamos la arista para retroceder unos metros y visitar un hito con forma de pilar, de base cuadrada y grandes proporciones. Ahí es donde recorremos el tramo más complicado de todo el itinerario –el de la foto de apertura–. Un sector espectacular pero absolutamente facultativo.

En la chata y despejada cumbre del Bataillence hay hincado un poste metálico. Parece el asta de una bandera que ha volado. No paramos ni a hacernos una foto. El viento invita a seguir en busca de un rincón más protegido para darnos un descanso e hincar el diente en el almuerzo.

CON EL TIEMPO A FAVOR

Después de almorzar a resguardo de un vivac hecho con losetas de pizarra y muy buenas vistas, la ruta prosigue por la Crête de Bataillence. Poco antes de alcanzar La Forqueta, una huella muy clara nos ayuda a evitar una zona más abrupta que desemboca en el mismo collado.

La cresta continúa su viaje hacia el Pic de Marioules y el Pic de Aiguillette, para después bajar al Puerto Viejo de Bielsa. Nosotros, ya satisfechos con lo recorrido, optamos por empezar a bajar por el zigzagueante sendero PR-HU 182.

Como aún es pronto y el objetivo principal es evitar el calor, antes de descender hacia el fondo del valle ponemos rumbo al Ibón de la Pinarra –también llamado del Puerto Viejo–, al que llegamos tomando un atajo, campo través, con tal de evitar a las inamovibles legiones vacunas que dominan los pastos del Circo de La Pinarra. En la herbosa orilla del lago pasamos un buen rato reposando, jugando a desintegrar nubes con la mirada, observando pacientemente a los renacuajos transformándose en ranas.

CAMINOS DE EVASIÓN

Rumbo al mundo real, la senda se escurre por la tasca alpina, hacia el pinar, fiel a las aguas del Barranco de La Pinarra, que desemboca en una espectacular cascada llamada El Chorro. Pasamos frente a la Cabaña Forato y casi sin darnos cuenta llegamos al aparcamiento de la boca sur del Túnel de Bielsa.

Un cartel informativo rememora los tristes hechos de 1938: batallas, bombardeos, exilio. Lo que hoy es un camino para evadirse y disfrutar de la montaña, entonces fue el escenario de una desesperada y dolorosa desbandada.

La ruta culmina con un sendero mucho menos pisado. El que desciende hasta el aparcamiento de Salcorz, a la izquierda del río, paralelo a la carretera. Lo encontramos medio invadido por los pinos, que nada saben de caminos y crecen allá donde les planta el destino.

MAPA & TRACK GPS

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GUÍA PRÁCTICA

DURACIÓN Ideal para una jornada tranquila o matinal completa si empezamos temprano. Entre 6 y 7 horas.

ÉPOCA IDEAL Final de primavera y principio de verano.

CARTOGRAFÍA Hemos utilizado el mapa Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, de la Editorial Alpina, de escala 1:25.000. Concretamente la hoja Valle de Añisclo - Valle de Pineta. También está disponible en formato digital para GPS.

ORIENTACIÓN La ruta utiliza el sendero PR-HU 181 durante la ascensión al Puerto de Salcorz y el PR-HU 182 en el descenso desde La Forqueta. En la zona intermedia, la huella de la divisoria está menos marcada, aunque también hay algunos hitos de piedras en los puntos que pueden ocasionar más dudas. Entre el aparcamiento de la boca sur del túnel y el de Salcorz, el camino existe, pero está un poco invadido por pinos y arbustos.

→ TERRENO El sendero es muy empinado al principio. Hay zonas de piedra suelta, raíces, pasto, roca pizarrosa...

CALZADO En esta excursión usé las botas de hiking avanzado Bestard Crosswave. Resultaron muy adecuadas y cómodas en este tipo de terreno.

ABRIGO Incluso durante una ola de calor veraniega, siempre conviene llevar en la mochila las prendas de abrigo necesarias para salir airosos de imprevistos: chaqueta de montaña, pantalón de lluvia, guantes y capa térmica intermedia, además de un manta térmica de emergencia.

AGUA Es necesario llevar agua para toda la excursión. En la zona del Ibón de Salcorz hay algunos arroyos y surgencias. Para potabilizar sobre la marcha, nosotros utilizamos un bidón con filtro purificador Softflask LifeStraw.

COMIDA No encontraremos ningún tipo de servicio. Hay que llevarse el bocadillo –o lo que guste– en la mochila.

CÓMO LLEGAR La excursión comienza y termina en el aparcamiento de Salcorz, en el Valle de Bielsa, en la comarca de Sobrarbe, Huesca.

ENCANTARÁ… A excursionistas en buena forma y montañeros entusiastas con ganas de caminar por una cresta fácil, muy panorámica y poco concurrida.

CONTRAINDICADA PARA… Alérgicos a las pendientes muy fuertes y las travesías que nadie nombra.

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