Ibones de Viadós (Pixón, Solana, Lleners y Millars)

TREKKING I 17 km I 1.100 m+

Ibones de Viadós (Pixón, La Solana, Lleners y Millars)

LAGUNAS INTEMPORALES

ENTRE GIGANTES DE GRANITO Y PAISAJES LABRADOS POR GLACIARES DE OTRA ERA, A MEDIADOS DE AGOSTO CAMINAMOS EN BUSCA DEL FRÍO, PARA OLVIDAR EL RELOJ A ORILLAS DE IBONES DE AGUAS TURQUESAS Y SOÑAR BAJO CIELOS ESTRELLADOS EN LOS QUE EL SILENCIO ENMUDECE HASTA A LOS AUTILLOS.

Texto y fotos: Sergio Fernández Tolosa & Amelia Herrero Becker

Hace 65.000 años, el Pirineo estaba cubierto por glaciares. En aquellos tiempos la montaña era un espacio virgen, absolutamente salvaje. No había pueblos, carreteras, ni puentes. Ni siquiera caminos; y mucho menos, itinerarios excursionistas señalizados. Hoy la montaña es un rincón de paz al que acudimos para reconectar con esa naturaleza que, de algún modo, aún llevamos dentro.

TRAS SABOREAR UNA TAZA DE TÉ, RELEEMOS LAS LÍNEAS DEL MAPA, TOMAMOS FOTOS DE LOS INSECTOS QUE PULULAN DE FLOR EN FLOR Y DEJAMOS QUE LA INSPIRACIÓN ABURRA A LAS MUSAS...

RECORRIDO

17 km

Itinerario circular, con inicio y final en Viadós, que conecta cuatro espectaculares ibones situados en la falda noroccidental de los Eristes.

DESNIVEL

1.100 m+

Perfil piramidal perfecto: una larga subida y un largo descenso. A tener en cuenta la fuerte y, a ratos, abrupta pendiente que da acceso al primer ibón.

DIFICULTAD

3/5

Firme muy variado. Combina senderos de cuento con sectores más pedregosos y empinados, bloques de granito de desigual tamaño, etc.

ATRACTIVOS

☆ ☆ ☆

Las aguas turquesas que crea el entorno granítico, los impasibles Eristes, las noches estrelladas, el silencio aderezado por el ulular del autillo...

VALLE ARRIBA

La ruta a pie comienza frente a la puerta del Camping El Forcallo, al final de la transitada pista forestal que recorre la parte alta del Val de Chistau, rumbo a las bordas y el refugio de Viadós. "Lo más duro ha quedado atrás", bromeamos.

Cargados con el equipo completo de vivac y comida para dos días y pico, desplegamos los bastones y cruzamos el rugiente Cinqueta por una pasarela peatonal metálica. En la orilla opuesta nos recibe una enorme mata cargada de tiernas y jugosas frambuesas. Imposible no detener la marcha.

Poco más allá se encuentra el refugio libre d'Es Plans. Tras echar un vistazo a su interior, seguimos avanzando a través del bosque, aguas abajo, por el camino paralelo al río –GR-19–. Fluimos embelesados, aunque lo suficientemente atentos al desvío que nos ha de llevar al Collado del Castellazo y, sin dejar de subir, hasta el primer ibón de la excursión.

MONTAÑA SIN PRISA

La senda toma la directa. Atraviesa un amplio y escorado claro y vuelve al bosque para superar enredos de raíces y acometer varios resaltes de roca. Aunque las piernas están frescas, la abrupta pendiente y el peso de la mochila obligan a tomar descansos. Nadie tiene prisa. Sacamos la cantimplora, tomamos aire y contemplamos cómo el valle va quedando más y más abajo.

Al poco de recuperar la horizontalidad, aparece el Pixón, protagonista de un paraje de postal, con sus aguas turquesas en perfecta calma, custodiadas por enormes paredes de roca, a 2.199 metros sobre el nivel del mar.

UN MUNDO EN CALMA

A orillas del Pixón reposamos, absortos por la caótica belleza del paisaje, y empezamos a aligerar las mochilas y llenar el estómago.

Tras saborear una taza de té, releemos las líneas del mapa, tomamos fotos de los insectos que pululan de flor en flor y dejamos que la inspiración aburra a las musas durante un par de horas. "¿Seguimos hasta el siguiente?".

La senda continúa subiendo, ya sobre un reino absolutista de granito. Da un breve flanqueo, se retuerce y nos catapulta en poco tiempo hasta el Ibón de La Solana, también llamado d'Es Lucerós. Las nubes han cubierto el cielo. El gris domina el paisaje y parece más tarde de lo que realmente es.

Vagamos sobre las rocas en busca de un rincón alejado del sendero donde pasar el resto de la tarde. Nada se mueve. Sólo las páginas del libro. La superficie del lago es un espejo, tan frágil, que hasta los mosquitos lo rompen. Delicado y a la vez eterno, como el silencio, que siempre resucita.

Las Agullas del Sen recortan el cielo. En sus faldas se desparraman laberínticos caos de rocas. Tres pinos crecen en un pequeño islote, en mitad del lago. La luz y el paisaje se desvanecen. A lo lejos se oye el insistente ulular de un autillo. Nada más.

CUESTIÓN DE PERSPECTIVA

Al día siguiente, el sol lo inunda todo desde primera hora de la mañana. Recogemos y partimos hacia el siguiente lago, descubriendo nuevos paraísos en cada nuevo ángulo. Son los efectos de la luz sobre las rocas, el contraste de las sombras, la perspectiva, los destellos en el agua y la refracción de todo ello en nuestras pupilas sobreestimuladas. Una foto aquí, otra allá... Paramos cada tres pasos, sólo para admirar.

En una hora escasa –o quizá algo más–, el entretenido sendero nos sitúa sobre el Ibón de Lleners (también conocido como Lenés). Enorme, azul intenso, descansa bajo las paredes de un circo grandioso que, al observarlo en toda su dimensión, resulta sencillamente sobrecogedor.

Sentados en una roca con forma de embarcadero, retratamos una montaña lejana, piramidal y rojiza, sobre la que se va formando una nube que la transforma en un volcán humeante. "¿El Gran Bachimala, quizá?".

EL ARTE DE CONTEMPLAR

Al rato cambiamos de escenario para parapetarnos del frío viento que se ha levantado hacia mediodía y ahora riza la superficie del lago. Desde un colchón de hierba observamos las quebradas faldas de los Eristes. "Según el mapa hay un sendero que sube hacia allá", musito oteando el inabordable roquedal. "Arriba hay otro lago, el Ibón Chelau, y la Porteta del Infierno...", añado para mis perplejos adentros, que callan del todo cuando distingo una figura humana descendiendo lentamente por el pedregal.

Pasan las horas. Pasan las páginas. Pasa el montañero. Nosotros seguimos plantados en nuestro escondite. La misma pose, el mismo paisaje. Sin embargo, cada vez que cierro el libro y levanto la mirada, lo veo distinto.

A última hora, un rebaño de ovejas deambula por la ladera de enfrente. La sombra avanza. Al otro lado del ibón, bajo las nubes, el sol vespertino ilumina la multicolor Cresta de las Espadas. Es el fin de uno de los días en que más veces he exclamado el tan espontáneo y consabido "qué bonito", esa letanía universal del excursionista agradecido.

VALLE ABAJO

El tercer día es el del regreso a la extraña normalidad. Amanece y desentumecemos el cuerpo mientras recogemos el vivac, como de costumbre, para partir hacia el cuarto lago del itinerario. Estamos en el cénit de la excursión. No sólo es el punto más alto. También es ese punto indefinido en el que inicias el camino de vuelta, aunque sea una ruta circular. Es el gran momento en el que todo sabe con mayor intensidad.

A partir de aquí, el sendero se precipita valle abajo. Pasa junto a viejas presas y ruinas de cabañas de piedra. Es domingo y se nota. El Ibón de Millars, que brilla bajo el sol, recibe más visitantes que ninguno. En su orilla apuramos las últimas horas de este fin de semana largo de mediados de agosto. Luego enfilamos el camino del Val de la Ribereta.

La senda pierde altura rápidamente, pero antes nos detenemos a admirar la imponente estampa del pliegue tumbado de Dien Royo. Caminamos por un prado de hierba salpicado de grandes monolitos de granito. Parecen dados sobre un tapete. Los geólogos creen que llegaron hasta aquí como polizones, alojados dentro de la lengua de un glaciar. Dicen que hace apenas 45.000 años, ese río de hielo tenía un espesor de 400 metros y llegaba hasta Salinas de Bielsa, 30 km más allá.

La senda se une al GR-11.2 y encara la fuerte pendiente hacia el Barranco de las Tuertas, donde las pizarras se yuxtaponen al granito formando una impresionante cascada. Volvemos al bosque, al Cinqueta, a las frambuesas, a la pista forestal... Hoy es domingo. Mañana, lunes.

MAPA & TRACK GPS

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GUÍA PRÁCTICA

DURACIÓN Por kilometraje, desnivel y tipo de terreno, hay que calcular un mínimo de 8 horas de marcha. Lo ideal, dos días.

ÉPOCA IDEAL Final de primavera y verano.

CARTOGRAFÍA Hemos utilizado el mapa Parque Natural Posets Maladeta de la Editorial Alpina, en su versión 2022, en escala 1:25.000.

SEÑALIZACIÓN El itinerario cuenta con alguna señales de pintura verde y algún sector tiene, además, hitos de piedras.

AGUA Encontramos agua durante todo el recorrido, pero es fundamental contar con algún tipo de sistema de filtrado. Nosotros usamos el bidón softflask con filtro potabilizador de Lifestraw.

→ TERRENO El sendero es muy variado. No reviste grandes dificultades, pero requiere cierta práctica en montaña y buena forma física, especialmente durante la ascensión.

CALZADO Nosotros utilizamos las botas de hiking avanzado Bestard Crosswave y Bestard Android. Ambos modelos resultaron muy adecuados para este tipo de firme y actividad.

ABRIGO Cualquier actividad de alta montaña requiere llevar en la mochila las prendas de abrigo necesarias para eventuales emergencias: chaqueta de montaña, pantalón de lluvia, guantes y capa térmica intermedia. Más aún si se plantea en modo 'slow mountain', en que estaremos en contacto con el medio las 24 horas.

COMIDA Sin servicios en ruta. Hay que llevarse avituallamiento para todo el tiempo que vayamos a estar en la montaña.

DORMIR La ruta comienza y acaba en el Camping El Forcallo, muy cerca del refugio guardado de Viadós. El único refugio libre en el itinerario se encuentra demasiado cerca del inicio. Nosotros hicimos vivac las dos noches, en zonas discretas apartadas del sendero. Por supuesto, siguiendo todos los principios de Leave no trace.

CÓMO LLEGAR La excursión comienza y termina frente al Camping El Forcallo, en el Valle de Chistau, al final de la pista forestal que parte de San Juan de Plan, en la comarca de Sobrarbe, Huesca.

ENCANTARÁ… Enamorados de los laberintos de granito y los ibones de aguas turquesas.

CONTRAINDICADA PARA… Veraneantes en busca de bares con terraza.

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