Grand Gravel Monegros (variantes)

BIKEPACKING I 140 km I 1.400 m+

Grand Gravel Monegros (variantes)

ÉRASE UNA VEZ... UN MAPA

EL SÍNDROME DEL BLOQUEO DEL ESCRITOR DE CUENTOS TIENE CURA. LA RECETA CONSTA DE 114 GRAMOS DE CERAS DE COLORES, UN LIENZO DESPLEGABLE DE PAPEL SATINADO EN EL QUE ALGUIEN HAYA INTERPRETADO FIELMENTE LA REALIDAD DEL TERRENO Y UN BUEN PUÑADO DE AMIGOS CON INCONTABLES HISTORIAS QUE CONTAR. EL RESTO ES MIRAR AL INFINITO, PEDALEAR Y PINTAR.

Texto: Sergio Fernández Tolosa / Fotos: Nuri Galbe, Javi Castillo & Sergio Fernández Tolosa

Sábado por la mañana en La Almolda. Es primavera. En el corazón de Los Monegros, 17 amigos y amigos de amigos se dan cita para disfrutar de las variantes de la Grand Gravel Monegros en el que posiblemente sea el peor día del año para pedalear en dirección a Leciñena. Un implacable y helador cierzo barre el paisaje en dirección sureste. Si existiera una App para leer la mente de los ciclistas, hoy más de dos nos quedábamos leyendo un buen libro a sotavento de cualquier tapia. Pero el grupo hace la fuerza y nadie duda. "¿Salimos?". "Sí, ¡volando!". Somos los tres cerditos convertidos en pelotón. No hay casas ni de paja, ni de adobe, ni de piedra. Sólo campos verdes de cereal rizados como el mar. El lobo aúlla y empuja sin parar.

LA ÚNICA SOLUCIÓN ES ENCONTRAR UN CAMINO MENOS EXPUESTO, MÁS PROTEGIDO. EL MAPA, AUNQUE NO ES EL DEL TESORO DE BARBANEGRA, ES NUESTRA ÚNICA ESPERANZA.

RECORRIDO

140 km

Itinerario circular, ideal para dividir en dos etapas, entre La Almolda y Leciñena, girando alrededor de la Sierra de Alcubierre, en el sector más occidental de la comarca de Los Monegros.

DESNIVEL

1.400 m+

Aunque la ruta se encarama a la sierra en varios momentos, por lo general, el perfil altimétrico es de carácter suave. Especialmente en la segunda etapa.

DIFICULTAD

2/5

Toda la travesía transita por pistas cómodas y caminos ciclables, con algún brevísimo sector pavimentado entre Castejón de Monegros y Lanaja.

ATRACTIVOS

☆ ☆ ☆

La agradable sensación de amplitud de horizontes, la tranquilidad de los pueblos, su sabrosa gastronomía y el buen carácter de sus gentes, el rodar fácil cuando el viento ayuda…

PAREDES INVISIBLES

La Sierra de Alcubierre amortigua el zumbido del viento. Estamos a los pies de su última estribación, bajo el cerro de Santa Quiteria, que luce una corona de antenas, una gran ermita de ladrillo y los restos de un viejo castillo árabe desmoronado.

Nada más salir del pueblo, al dejar atrás la balsa Pedrera, el cierzo se convierte en pared. En campo abierto, estamos a su completa merced.

El grupo se arremolina. Los más grandes se colocan delante. Cuando se cansan, se apartan o se paran, es el turno de los siguientes. Avanzamos lentamente, perplejos ante la fuerza de este minotauro que nos zarandea como a un manojo de juncos cimbreantes.

En el páramo de Las Aliagas, las capitanas vuelan bajo. Somos un banco de sardinas en mitad del agitado océano. A lo lejos, las nuevas referencias son otro castillo, un campanario de edad incierta y un silo más moderno.

EL TESORO DE BARBANEGRA

Muy pronto comprendemos que la bestia no dará su aliento a torcer. Pero hoy debemos llegar al Santuario de Magallón, en Leciñena. La única solución es encontrar un camino menos expuesto, más protegido. El mapa, aunque no es el del tesoro de Barbanegra, es nuestra única esperanza. “Podemos tomar la variante que se adentra en la sierra…”, propone nuestro instinto navegante.

Al entrar en Castejón de Monegros, peregrinamos hasta la fuente. Hay que ser previsores. Si cambiamos de ruta, existe la posibilidad de que no pasemos por ningún otro pueblo hasta Leciñena, aunque al final decidimos entrar en Lanaja en busca de un bocado y un burladero, para descansar y conversar sin desgañitarnos.

Después del picnic, reemprendemos la marcha por el Camino de la Fuente Amarga, que nos conduce al Camino de La Malena, y éste, a su vez, al Camino de Lanejo. Siempre en subida, pero bajo el deseado amparo del Barranco Val de Zaragoza.

LA CUEVA DEL BANDIDO

La ascensión nos catapulta en dirección al cerro de San Caprasio, punto más alto de la sierra. En su cúspide se encuentra la ermita del santo que fue pastor de cabras. También las cuevas en las que se escondía el bandolero Cucaracha, conocido popularmente como “el Robin Hood de Los Monegros”.

Hoy, con el vendaval, descartamos subir hasta arriba. El mapa nos guía por el Camino de Cinacorva, pasando bajo la Peña de los Gatos. Sin perder altura, entre pinos y sabinas, llaneamos hasta el Puig Enebro, para luego bajar por el Camino del Buzón, entre Los Despeñadores y Valdelosfrailes.

Tras el descenso, estamos a las afueras de Leciñena. Sólo resta la última subida, un vía crucis asfaltado que caracolea hasta el santuario. El viento, infatigable, nos ayuda por primera vez.

Ya en el albergue, ducha, cena, tertulia y, por supuesto, lluvia de propuestas para futuras quedadas: "¿Qué os parece Tarifa?".

Y COMIERON PERDICES

El desayuno del albergue no incluye perdices, pero la ausencia de viento el domingo por la mañana nos vuelve locos de felicidad. Es tan fácil avanzar… Fluir por el viejo y liso Camino de la Virgen en dirección a Perdiguera, un pueblito en medio de la llanura que presume de tener un espléndido mirador del lejano Pirineo. “Allá se ve la Brecha”, nos asegura un vecino con buena vista que pasea de buena mañana. “¿La del espadazo de Roldán?”. “Sí, esa misma… Pero es sólo una leyenda…”.

Al salir de Perdiguera, la ruta oficial de la Grand Gravel Monegros se dirige hacia Villamayor y los Montes de Alfajarín. Hoy, hábilmente guiados por Salva –nuestro Flautista de Hamelín–, nos desviamos y tomamos un certero atajo.

Por pistas solitarias, entre parideras en ruinas y sabinas retorcidas, rodamos a los pies de la cara sur de la Sierra de Alcubierre. Al llegar al Barranco del Olivar, el camino desemboca en la ermita de Nuestra Señora de la Sabina, a las afueras de Farlete.

Cruzamos el pueblo, en el que no hay un alma, y seguimos avanzando sin esfuerzo rumbo a Monegrillo. El almuerzo en el bar también es de leyenda: huevos fritos, patatas, torreznos, migas de pastor… Ahora ya podemos continuar.

COLORÍN, COLORADO...

La recta final es un paseo triunfal. Rodamos bajo un cielo azul, por pistas anchas que refulgen como el yeso y dividen una tierra parda, labrada mil y una veces. A un lado se abre la llanura infinita de la Ribera Baja del Ebro. Al otro, el redondeado y desnudo contorno de la Sierra de Alcubierre, que brilla deslumbrante bajo el sol. La monótona paz la rompen los conejos que buscan chisteras a la carrera. Los zorros, aquí, tampoco comen uvas.

Tras jugar a los sprints –cortitos– en los últimos toboganes del itinerario, las antenas de La Almolda anuncian el cercano fin. Entramos en el pueblo todos juntos. Felices de haber venido. De haber dicho que sí. De haber compartido un fin de semana de cicloturismo sin prisas.

El mapa de Nuri Galbe –@bikesketching– ya está terminado. Lo despliega lentamente y empezamos a leerlo. Cada cual por una esquina. Es un cuento en colores. Hay castillos abandonados, ermitas con nombre de árbol, buitres en los huesos, confetis voladores, platos combinados y mucho, mucho humor.

Gracias a ella y a sus ceras, este mapa de Grand Gravel Monegros es ahora más que nuestro. Cuando lo leamos –o nos lo lean– dentro de un tiempo, nos acordaremos de este fin de semana en el que el Cierzo quiso reinar. Por suerte, los protagonistas de la historia decidieron salir volando y decirle aquello de "colorín, colorado, este cuento no ha acabado".

6 Responses

  1. Salva
    | Responder

    ¡Què bonito relato y qué ganas de repetir! …ya tengo cuento para leer está noche a mis hijas 😉

    • conunparderuedas
      | Responder

      muchas gracias, Salva, habrá que buscar fechas y ruta, el cuento nunca termina 🙂

  2. José Antonio Anies Carruesco
    | Responder

    Que bien transmites todas las vivencias y aventuras, eres un muy buen comunicador. Lo del espadazo de Roldan, me lo explicaron hace15 dias en Roncesvalles, donde supuestamente esta enterrado. Un saludo Sergio y gracias por hacernos participes de tus aventuras.

    • conunparderuedas
      | Responder

      muchas gracias, José Antonio, fue un fin de semana ventoso, pero entre amigos y amigas arrimando el hombro se hizo muy llevadero
      siempre es un placer rodar con gente maja, positiva y curtida en mil y una salidas, que no se arrugan ante nada, que creen en –y practican– el cicloturismo sano
      es lo que más anima a pedalear y seguir creando rutas: ver que ¡¡las disfruta tanta gente!! en este caso el itinerario es creación de Salva, alma mater de Monteditorial y Grand Gravel
      nos vemos en los caminos!!!

  3. Nuri G.
    | Responder

    Pero cómo me encantan tus reseñas, puñetero!!! Me rio y viajo contigo.
    Y no, el cuento no está acabado!: en ese mapa aún quedan muchas rutas más por pedalear y huecos para dibujar! En Monegros quedan más tesoros por descubrir, …y platos por probar (esquivando gatos birla-fuets).

    • conunparderuedas
      | Responder

      muchas gracias Nuri G. 🙂
      a Los Monegros hay que volver, sí, pero sólo si hay Cierzo, que si no no tiene gracia, jajajaja…

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