Grand Gravel Monegros

BIKEPACKING I 188 km I 1.700 m+

Grand Gravel Monegros

EL MILAGRO DEL AGUA

GRAND GRAVEL MONEGROS ES EL NUEVO MAPA-GUÍA DE LA COLECCIÓN DE RUTAS DE BIKEPACKING EN BICICLETA GRAVEL DE MONTEDITORIAL, QUE ESTA VEZ NOS PLANTEA UN ITINERARIO PARA EXPLORAR UNA ZONA DE LOS MONEGROS POCO CONOCIDA ENTRE LA GRAN MAYORÍA DE CICLISTAS. DESPUÉS DE RECORRERLA EN SOLITARIO ESTE OTOÑO, SÓLO PUEDO DECIR QUE HACÍA MUCHO TIEMPO QUE NO SENTÍA LO QUE HE EXPERIMENTADO DURANTE ESTOS DOS DÍAS.

Texto y fotos: Sergio Fernández Tolosa

Rodar a través de un desierto –o una estepa hiperárida– es sentir sed y calor durante el día, y pasar frío en la oscura y estrellada noche. Es guerrear a merced del viento, ese aliado invisible y traidor que cambia de bando sin avisar, te exprime y lo seca todo. Es viajar en compañía de un falso silencio, cubierto por una costra de polvo, escoltado por un regimiento de moscas, inseparables polizonas cuyo fin es rapiñar el efímero rocío que exhala de tus poros.

Viajar a pedales por un desierto también es simplificar tu existencia hasta lo más básico: pedalear sin pensar, beber, comer y dormir con tal de seguir avanzando, disfrutar de cada instante, cada ocaso y cada amanecer, cada flor, cada insecto y cada huella anónima impresa sobre la arena que sólo descubres al detenerte, exhausto, medio perdido y medio encontrado, para observar sin prisa los muchos mundos que te rodean en mitad de la nada. Es, simple y llanamente, saborear cada trago de vida.

NO ES LA PRIMERA VEZ QUE PEDALEO POR LOS MONEGROS Y, MUY PROBABLEMENTE, TAMPOCO SERÁ LA ÚLTIMA. A VECES, ESTABAN EN MITAD DEL TRAYECTO Y HABÍA QUE ATRAVESARLOS. OTRAS, ERAN DESTINO PER SE.

RECORRIDO

188 km

Itinerario circular por la comarca de Monegros, entre Zaragoza y Huesca, a través de la Sierra de Alcubierre, los Montes de Alfajarín y las sierras Alta y Lanaja.

DESNIVEL

1.700 m+

Terreno ondulado sin grandes ascensiones pero con constantes sube y baja y algunos sectores llanos en los que, con permiso del cierzo, se puede rodar rápido.

DIFICULTAD

2/5

Excepto algún tramo entre Robres y Leciñena que reclama un poco de atención, el resto son pistas perfectamente pisadas. La ruta es 100% ciclable.

ATRACTIVOS

☆ ☆ ☆

Rodar entre vastos horizontes, desde el amanecer hasta el ocaso, dejarse abrazar por la soledad y el silencio, ver pasar las capitanas empujadas por el viento…

PUNTO DE PARTIDA

No es la primera vez que pedaleo por Los Monegros y, muy probablemente, tampoco será la última. En realidad, si hago memoria, he viajado a través de esta comarca en nuestra aventura Puente Aéreo BCN - MAD en mountain bike; en el viaje Eroica BCN - Cenicero en bici clásica; en nuestra travesía de bikepacking por el noroeste de Los Monegros y la Sierra de Alcubierre; en el Camino de Santiago Catalán… A veces, Los Monegros estaban en mitad del trayecto y había que atravesarlos. Otras, eran destino per se.

En esta ocasión, para mí la aventura comienza en Lanaja, un pueblo de algo más de mil habitantes situado al norte de la Sierra de Alcubierre y al oeste de Sariñena. Las cigüeñas que anidan en el tejado del viejo silo, en el que ya no se almacena grano ni forraje, pasan el día alimentándose en los arrozales próximos que han proliferado con la llegada del agua. Hace sólo unos años, para estas fechas estarían sobrevolando el Sáhara. Pero las elegantes zancudas que en las películas trafican con bebés ya no emigran como antes. Pasan los inviernos en el pueblo.

A mí la ruta me lleva hacia el norte. Primero por una estrecha carretera. Después por un laberinto de pistas rectilíneas que atraviesa un paraje llamado Los Pedregales –elocuente toponimia– y desemboca en Cantalobos, un pueblo de colonización que hace poco celebró su 50º cumpleaños. Como éste, de plano cuadriculado, viviendas modestas, pinar a las afueras y campanario racionalista, hay otros nueve en Los Monegros, todos ellos prácticamente iguales. El copiar y pegar no es nuevo. Viene de otra era.

RECUERDOS DE INFANCIA

De nuevo en marcha, un tufillo a porcino amontonado me acompaña mientras avanzo entre una maraña de acequias, canales y pistas agrícolas que se entrelazan. En un segundo plano languidecen parideras y corrales de adobe a los que ya no llega ningún camino. Con el tejado hundido y las vigas desnudas, parecen la carcasa de un gran mamífero desollado. Sobre las suaves colinas, almendros raquíticos agonizan, olvidados, calcinados por el sol y la sed.

Al entrar en Robres, para no perder las costumbres, busco la fuente. Está junto a la panadería Serrano. Al otro lado del pequeño mostrador, la hornera tiene ganas de recordar y contarme cosas que no sabía: “Cuando éramos niños el pueblo estaba rodeado de viñedos y muchas casas vendimiaban. También había frutales. Y en todas se criaban tocinos, se hacía matacía, y cómo gritaban los pobres… Luego, se prohibió. Ahora todo son granjas de cerdos. En la huerta ya no cabe ni una más, así que han empezado a ponerlas en la sierra…”.

Me llevo una barra de rico pan artesano y un tierno farinoso –un dobladillo– de canela que saboreo plácidamente frente al portal de la iglesia. En el patio del vecino, una vieja prensa de uva también hace memoria a la sombra de una palmera.

UN DESIERTO A MEDIAS

Según los baremos de la Unión Europea, con una densidad de población inferior a los 10 habitantes por kilómetro cuadrado, Los Monegros deben ser considerados como un “desierto demográfico”.

En cuanto a precipitaciones, por definición, un desierto es un bioma en el que los pluviómetros recogen menos de 250 litros por metro cuadrado en todo un año. En Los Monegros, la media ronda los 400 litros, aunque en años de sequía extrema esta cifra puede reducirse a la mitad. Estamos, por tanto, en un semi-desierto.

Al salir de Robres, el track se encarama a la sierra por la ruta de las Trincheras del Sabinar. Una pista moderna, ancha y bien pisada, se eleva hacia el antiguo Frente de Aragón. En lo alto giran las aspas de los molinos de un parque eólico. Pienso en Don Quijote y Sancho Panza: “Son molinos, mi señor”. “Son gigantes, Sancho”. A medida que me acerco, muy despacio, comprendo que ambos tenían razón. Son molinos gigantescos.

Desde los lomos de la Sierra Alta, la vista se pierde en la inmensidad de la llanura monegrina. En el lejano horizonte se alza la barrera pirenaica, ésa que frena la llegada de la lluvia y escupe vientos cálidos y secos hacia la Depresión del Ebro. El paisaje es una malla cuadriculada que en otoño muestra una amplia gama de marrones, desde el castaña, al canela y el chocolate, todo ello bajo un cielo azulísimo.

MONTES NEGROS QUE REFULGEN

El descenso por la vertiente opuesta es más dinámico. El camino se retuerce y caracolea a través de un bosque que se espesa de repente. Hay pinares, carrascales y sabinas de tronco recio dispuestas a prestarnos su sombra. Algunas han crecido en el interior de las trincheras de la Guerra Civil. Son obeliscos vivientes. Indicadores del paso del tiempo.

Dicen que lo cura todo.

Sobre el paisaje primigenio de Los Monegros, hay diversas teorías. Se cree que en el norte predominaba el carrascal. En las llanuras centrales castigadas por el cierzo y la inversión térmica, abundaba la sabina albar, una de las pocas especies capaces de sobrevivir en climas continentales tan extremos. En las solanas más resecas con suelos de yeso y piedras, la estepa domina el paisaje, que ha cambiado muy poco desde la última glaciación. De la leyenda popular que toda la región se desertizó para construir los galeones de la malograda Armada Invencible parece que ya hay consenso: es falsa, como tantas otras. Los Monegros perdieron la oscura masa forestal que les da nombre poco a poco, no de golpe y hachazo.

Camino de Leciñena, la ruta se zambulle en un mar de campos de cereal. A lo lejos, la Sierra de Alcubierre refulge blanquecina bajo el sol. Un edificio destaca sobre las calvas colinas. Es el Santuario de la Virgen de Magallón, donde actualmente hay un albergue.

El track me lleva por el llano Camino de la Virgen hasta Perdiguera, alejándome de la sierra. Un incipiente cierzo sin demasiada garra trata de frenarme. Las capitanas están a punto de echar a rodar.

VIENTOS FAVORABLES

Siempre lejos del asfalto, la ruta da un amplio rodeo para guiarme hasta Villamayor de Gállego, donde aprovecho para llenar los bidones. A partir de aquí, la Grand Gravel Monegros da un giro de casi 180 grados. Pone rumbo hacia el sureste para atravesar una vasta zona de nadie y de nada, en uno de los sectores más atractivos y solitarios de toda la jornada.

El viento ahora me ayuda y subo por las cuestas casi sin esfuerzo. De pronto, estoy en medio de un laberinto de colinas moteadas y laderas mordisqueadas por el arado. Son los Montes de Alfajarín. La tormenta de hace unos días ha ayudado a florecer al romero. También ha dejado alguna que otra lengua de fino y pegajoso lodo sobre el camino, una clara evidencia de cómo puede cambiar el terreno en cuestión de horas.

La llegada a Nuez de Ebro por el encajonado barranco de Los Agudos es sólo un anticipo de lo que viene después de Villafranca de Ebro. La ruta vuelve a adentrarse en los Montes de Alfajarín, rumbo a Farlete. Pedaleo con los bidones y el estómago llenos, espantando conejos huidizos, bajo un cielo crepuscular teñido de púrpura. El mapa indica un pequeño refugio libre -bastante destartalado- en el cruce del Mas del Siete. La noche es ventosa, pero serena. La jornada llega a su fin.

CAMPOS DE ORO

A la mañana siguiente, con las primeras luces, recojo el saco, la esterilla, me zampo un par de barritas Natural Protein de PowerBar y empiezo a pedalear rumbo a Farlete. El sol dora los campos con su varita mágica durante kilómetros. El cierzo también ha madrugado y parece dispuesto a ayudar.

Entre Farlete y Monegrillo, pedaleo por el antiguo Camino de Zaragoza, que va más o menos paralelo a la interminable carretera. La Sierra de Alcubierre ejerce su eterno papel de frontera entre unos Monegros y otros: los de secano, al sur; los de regadío, al norte.

Cuando llego a Monegrillo, ya encuentro a varios vecinos y vecinas deambulando por sus calles. Pregunto por la fuente, el bar, la tienda, la panadería... Me indican con todo lujo de detalles y una sonrisa que no gastan en todas partes a según qué horas del día.

Con un par de cafés, una ración de churros, el viento en la espalda, el plato grande y el piñón pequeño, vuelo bajo por las pistas agrícolas que han de llevarme hasta La Almolda. El paisaje es tan atractivo como desolador. Antiguos pozos, abrevaderos, charcas ahora secas, parideras en ruinas... Un poco más allá, un pastor me devuelve el saludo que le lanzo, brazo en alto, sobre la marcha.

CON UN PAR DE CAFÉS Y UNA RACIÓN DE CHURROS, EL VIENTO EN LA ESPALDA, EL PLATO GRANDE Y EL PIÑÓN PEQUEÑO, VUELO BAJO POR LAS PISTAS AGRÍCOLAS QUE HAN DE LLEVARME HASTA LA ALMOLDA.

PALETA DE COLORES

A quien nunca ha viajado por Los Monegros le sorprende que, en la actualidad, la mayor parte del territorio está ocupado por cultivos. En las áreas de secano, el paisaje estepario ha sufrido los efectos de la ganadería desde tiempos remotos, pero apenas ha cambiado en siglos. En esta zona, concretamente, el paisaje pasa del verdor de la primavera al dorado del verano. El otoño es pardo, ceroso. El invierno, gris.

La pista me conduce hasta La Almolda. Es cerca de mediodía. Pregunto por la fuente a un grupo de hombres y diez minutos más tarde tengo información para escribir una pequeña enciclopedia sobre el pueblo, su historia, sus campos, la ermita, el frío, los nietos..., pero la boca todavía seca.

Siguiendo los consejos de los sabios locales, me salgo de la ruta marcada para visitar el templo de Santa Quiteria. Las rampas del vía crucis son demoledoras -"cuando no puedas, te bajas y empujas"-, pero las vistas desde la cumbre estremecen aún más. Aquí suben los almoldanos a lanzar plegarias para que llueva desde tiempos inmemoriales. Y para que no se las lleve el viento, las han pegado en los azulejos de las paredes. También han construido un refugio libre de primera, abierto, limpio, con mesas, agua potable, chimenea, iluminación y hasta dos enchufes.

Una pista de tierra desciende por el pinar de la ladera opuesta y me permite conectar de nuevo con la ruta oficial, camino de Castejón de Monegros. Con el cambio de rumbo, el viento vuelve a plantarme cara.

ÚLTIMA PARADA

En el pueblo es hora de comer. No hay nadie en la calle, ni en la Plaza del Recreo, ni el pequeño jardín donde relleno los bidones por última vez. Sobre una colina cercana se adivina el cubo amurallado que da nombre al municipio, un castillo del medievo reconvertido en ermita. A las afueras existe un acueducto subterráneo cavado en la roca, de fecha y autoría desconocidas, que traía el agua hasta la fuente del pueblo. Le llaman La Madre. Por algo será.

Tras un breve respiro, yo estoy a punto de cerrar el círculo. En el último sector de la travesía, la pista primero gana altura entre terrazas, matorrales y sabinas solitarias. Luego desemboca en la Cañada Real de Alcubierre, que se abre paso por el lomo de la sierra, a través de un paisaje ondulado y pedregoso. El camino pasa a estar asfaltado muy pronto y serpentea entre bosques, campos y viejas construcciones. Las perdices despegan a mi paso.

Durante un buen rato, fluyo a placer por terreno amigo, de esos que deseas que no desaparezcan nunca. Tras una larga bajada, aparece de nuevo la llanura, las granjas, las rectas y Lanaja. En el horizonte, el Pirineo. Cruzo el Canal de Monegros y me detengo a ver el agua pasar. Quizá a éste deberían llamarle El Padre.

2 Responses

  1. Pol
    | Responder

    Nunca había pensado en ir a Monegros con la Gravel. La ruta parece interesante y las fotografías lo confirman. Así que tendré que animarme la próxima primavera

    • conunparderuedas
      | Responder

      celebramos que te haya gustado, Pol, en primavera puede estar muy bonito, y radicalmente diferente en algunas zonas que en otoño estaban también atractivas, aunque muy muy muy secas, te recomiendo especialmente que eches un ojo a las variantes que van por el centro del itinerario, es decir, los atajos, tienen muy buena pinta, eso sí, hay que evitar entrar en los monegros si ha llovido mucho, pues el barrizal puede ser de órdago 🙂
      un saludo!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *