BIKEPACKING I 585 km I 12.500 m+
CAT700 Brevet Original 2025
UN NUEVO AMANECER
EN SU UNDÉCIMA EDICIÓN, LA CAT700 BREVET HA CAMBIADO DE FORMATO Y ESCENARIO PARA EXPLORAR NUEVOS TERRITORIOS. CON UNA RUTA CIRCULAR UNGIDA DE CARÁCTER Y CONVICCIONES, LA VETERANA PRUEBA DE AUTOSUFICIENCIA SE MANTIENE FIEL A SU ESENCIA ORIGINAL.
Texto: Sergio Fernández Tolosa // Fotos: Sergio Fernández Tolosa / Carles Loré / Eliseu T. Climent
Con la colaboración de: Silvia Molinero / Daniel Vilanova / Elena Alarcón
Tras diez ediciones cruzando Cataluña de norte a sur, la CAT700 Brevet ha migrado hacia el Pirineo más oriental, allá donde la cordillera se baña en el Mediterráneo. Una treintena de ciclistas hemos pedaleado por la Costa Brava más brava, rodeado el mágico Canigó y trepado hasta las altas montañas del Capcir y la Cerdanya para regresar al mar por caminos solitarios, entre bosques y humedales, y acabar perdiendo la razón en el telúrico Cabo de Creus.
Un tour homérico, pero tierra adentro, de cerca de 600 km y tropemil metros de ascensión acumulada para terminar recalando en el mismo puerto. En Colera, pueblo con personalidad rodeado de mar y montañas en el que echamos el ancla al final de la travesía, como el marino que vuelve invicto y con historias frescas que narrar.
Cuentos de sirenas y cíclopes, de tormentas, naufragios, batallas perdidas y hasta fugaces fondeos en el inframundo. Cuadernos de bitácora empapados en sudor y recuerdos, únicos e irrepetibles, que se entrelazan al menos en algún punto.
EL CAMBIO SIEMPRE PRODUCE VÉRTIGO. AUNQUE ESTÉS A NIVEL DEL MAR. EL AIRE ES HÚMEDO. EL TERMÓMETRO RONDA LOS 20º C Y EL SOL ESTÁ A PUNTO DE EMERGER SOBRE EL MEDITERRÁNEO.
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RECORRIDO
585 km
Itinerario circular que gira alrededor del Pirineo más oriental, fluyendo a ambos lados de la frontera, entre el Cabo de Creus y la Cerdanya.
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DESNIVEL
12.000 m+
Atención a las ascensiones acumuladas, sobre todo en la primera mitad del recorrido, que además puede resultar algo rompepiernas.
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DIFICULTAD
3/5
Predominan las pistas y caminos en buen estado, pero también hay algunos sectores más quebrados que reclaman cierta técnica.
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ATRACTIVOS
☆ ☆ ☆
Pasar equis días al aire libre, haciendo sólo lo que más te gusta, pedaleando por nuevos territorios, conociendo gente con la misma afición...
Es mi quinta CAT700 –he hecho tres como ciclista y una como reportero–. Sin embargo, hoy en Colera me siento como el primer día de clase en un nuevo colegio.
A COTA CERO
<< Resulta extraño comenzar una CAT700 a cota cero. El aire es húmedo. El termómetro ronda los 20º C y el sol está a punto de emerger sobre el Mediterráneo. Algo me dice que no soy el único que se siente así. Hoy todo es nuevo, para todos.
Sin música, sin megafonía, con la discreción que piden la hora y el lugar, a las 7.00 AM en punto, en la playa de Colera, Mònica Aguilera da la salida y nos desea una feliz CAT700. “Bon viatge a tots i totes!”, añade un vecino. Es viernes 13 de junio.
A CÁMARA LENTA
El día transcurre en plano secuencia, pero la memoria crea una sucesión desordenada de cortes de apenas unos segundos, todos a 60 ppm. Es el ritmo del calor, la sed y la calima que nubla el horizonte en la llanura del Rosselló. Todo flota tamizado en una mezcla pastosa de polvo, sudor y recuerdos imborrables, como el del primer cruce de una aduana en bicicleta, allá por 1991.
Hoy nadie nos pide el pasaporte. La garita vandalizada de los gendarmes podría haber sido una tienda de souvenirs. Desde lo alto del macizo de la Albera, medio borrosas, se adivinan las largas playas de Argelès.
LÍNEAS INVISIBLES
Sube, baja, sube, baja… La ruta se recrea por esta tierra fronteriza que sepulta miles de historias incontadas. Exilio, miedo, felonía, amargas despedidas… Y yo, en Le Perthus, recostado en el mojón 576, que luce muy digno frente a un estanco-licorería en el que no paran de entrar parejas de franceses en busca de su soma. La chicharrina provoca temblores, pero me siento afortunado.
Después de rehidratarme, encaro la subida al Coll de Panissars. Aquí enlazaba la Vía Domitia con la Vía Augusta. Pienso en los romanos. Si vieran nuestras autovías, alucinarían.
Luego, descenso a través del bosque y falso llano hasta Amelie-Les-Bains por el antiguo trazado del ferrocarril que llegaba a Prats de Molló. Pienso en las gentes de finales del siglo XIX que lo construyeron, los maquinistas, los carboneros, los aldeanos que veían pasar los convoyes cargados de hierro...
UN LUGAR PARA SOÑAR
La noche me sorprende al final de la larga ascensión que todos temían. Al llegar al asfalto, reconozco al instante el rellano en el que vivaqueé aquel día, aunque no recuerdo exactamente cuándo ocurrió.
Es hora de prepararse para el descanso. Bajando el Col de Palomeres, abro bien los ojos en busca de un rincón para dormir. El bosque engulle la carreterilla. Y también a mí.
Ya cerca de Valmanya, una luciérnaga me saluda desde la cuneta. Es Silvia. Está masticando algo que, dice, pica mucho. >>
¿Que cómo fue aquel día? Mejor lo escribo. Me gusta escribir estas cosas. Me ayuda a recordar la libertad absoluta que sentí esos días...
UNA GRUTA HÚMEDA Y OSCURA
<< La primera noche la pasamos en una especie de cueva. Una de esas grutas excavadas en la roca, junto a la carretera. Una pequeña virgen y unas flores de plástico marchitas hacían guardia sobre un pilar de piedra. En la pared había una placa con nombres y fechas.
Extendí la funda de vivac y caí rendida antes de que mi mente procesara lo que habíamos vivido durante aquel día. Pero el descanso duró poco. La humedad entró por el suelo y me caló hasta el tuétano. Y el murmullo del río, en vez de relajarme, me mantuvo en un eterno duermevela. Tenía frío y la manta térmica tampoco funcionó. Sentí la tentación de recoger e irme, pero me daba paz estar acompañada en un lugar así. Dani y Sergio durmieron mejor. Sin duda.
A PAN Y AGUA
El día también se hizo largo. Lo primero fue conseguir agua. En Francia sólo encontramos grifos que manasen en los cementerios. El desayuno, mejor no pensarlo. La tarde anterior me había preparado dos bocadillos de chorizo, pero resultó ser picante, muy picante. Tanto, que no pude dar ni medio bocado.
Ya en la bici, el paisaje se fue abriendo, como la mente, que con la brisa se va sacudiendo el letargo nocturno. El ritmo de pedaleo no llegó hasta sentir los primeros rayos de sol. Ese calor suave que devuelve a la vida los músculos entumecidos.
Pasamos por pueblos pequeños sin apenas servicios. Paramos en un café. De comer no tenían nada, pero el camarero nos ofreció un platito de humus, quizá su propio almuerzo. Al llegar a un pueblo más grande el apetito había aumentado, pero el supermercado estaba a 1 km. Demasiado. Piqué algo rápido en una boulangerie y seguí sola.
Nos reencontramos más tarde, en una sombra. Me alegré de verles. Enseguida retomé la marcha a mi ritmo. Tranquila. En parte porque me apetecía estar conmigo. Perderme en mis pensamientos y conectar con esa satisfacción sostenida que me produce pedalear. Sabía que volveríamos a vernos.
NUBES DE FELICIDAD
Hicimos juntos la subida al Coll de la Llosa: 20 km y 1.200 m+. Las piernas dolían. El cuerpo flaqueaba. Y la mano derecha no paraba de dar toquecitos al cambio para comprobar si quedaba algún piñón mayor.
Cuando tocaba empujar, pensaba en lo dura, salvaje y preciosa que estaba siendo aquella aventura. En que muy pronto, una vez en casa, la recordaría como esas experiencias que te ayudan a conocerte un poco más con cada pedalada. De las que dejan huella para siempre.
Al coronar, la panorámica me llenó de energía. De repente, volaba de felicidad. Y entonces llegamos a la carretera y tropezamos con el mítico avituallamiento sorpresa de la CAT700. Allí estaban Eliseu, Marc y Esteve con sus dos hijos preparándonos unos huevos revueltos con beicon. Me sentía como en una nube.
El descenso a Puigcerdà fue más entretenido de lo esperado. El sector de singletrack, a mí me encantó. De esos momentos que me activan porque te piden atención total. Enfoque nítido. Recompensa inmediata.
Y así llegamos a Llívia, cansados y hambrientos, pero contentos. Eran las 9 de la noche. Había que pensar, pero se piensa mejor con el estómago lleno.
NOCHES ESTRELLADAS
Después de la pizza, Dani lo tuvo clarísimo. Se fue a un hotel. A mí la inyección de azúcares y la emoción de la noche me auparon el ánimo. Me apetecía seguir avanzando, sobre todo para evitar el calor que hacía durante el día.
Al llegar a Queixans, eran las 12 y chispeaba. Entonces Sergio sugirió parar y madrugar en vez de emprender una nueva ascensión hasta los 2.000 metros en medio de la oscuridad y bajo amenaza de tormenta. Mi impulso era el de continuar, pero sus argumentos me hicieron recapacitar. Nos guarecimos bajo el portal de una iglesia. Dormir, dormí poco... A las 4 de la mañana ya estaba en pie. Deseando arrancar. >>
Nunca debes tomar una decisión por la noche. Es mala hora. Después de una ducha caliente, ocho horas de sueño reparador y un desayuno de rey, las cosas brillan de otra manera.
A LA LUZ DEL DÍA
<< Anoche lo veía todo muy negro. De haber un tren en Puigcerdà a esas horas, me habría subido sin dudarlo. Estaba hundido, física y psicológicamente. Listo para tirar la toalla. Pero algo me decía que si dormía y comía bien, al día siguiente lo vería todo diferente. Por eso me fui a un hotel.
De buena mañana, me volví a duchar, me puse ropa limpia, bajé tranquilamente al buffet, me zampé unos huevos fritos, patatas, tostadas con jamón, dos yogures con muesli… Mientras desayunaba, pensaba que me habría encantado quedarme con Silvia y Sergi, pasar otra noche en el saco, dormir cuatro horas... Porque me lo estaba pasando genial. Pero no podía. Estaba vacío.
Todo, por no gestionar correctamente la alimentación los dos primeros días. Con aquel calor, aquellas subidas me dejaron KO. Por prisas absurdas. Por no dedicar el tiempo necesario a comer, a conseguir alimentos. Y eso que esta era mi tercera CAT700...
Me gusta. Es un evento muy especial. Puede que el kilometraje sea similar al de otras pruebas, pero todo es diferente: el itinerario, el ambiente, la gente... A mí me ha enseñado que el crono es, en realidad, lo menos importante.
SOLEDAD Y LIBERTAD
Amaneció radiante, con la luz típica de la Cerdanya y una temperatura agradable. Me sentía infinitamente mejor. En la primera subida –la Creu de Maians–, iba a salir de dudas. Coincidí un rato con otro participante, pero él iba algo más rápido que yo y se fue. Luego paré un momento y llegó su compañero. Me pareció que le costaba seguirle.
A mi ritmo, disfruté de toda la ascensión, el paisaje, la calma... Me gusta rodar en solitario. Casi siempre entreno solo y este tipo de pruebas, de entrada, siempre me las planteo solo. Paras donde quieres, comes donde quieres, duermes donde quieres... Además, siempre vas encontrando gente con la que compartes buenos ratos.
EL SENTIDO DEL VIAJE
A veces no puedo seguir su ritmo porque voy demasiado cargado. Hace unos años era feliz yendo ligero. Ahora lo que me atrae es llevar saco, abrigo, fogón, comida... Me aporta total libertad para plantar la mini-tienda en mitad de la nada. Calentarme la cena, dormir en la naturaleza, despertarme pronto, desayunar mis mueslis y volver al pedaleo...
Después de la Creu de Maians vino el Coll de Jou y luego el de Santigosa. Hacía calor, pero ya me encontraba bien. Paré a comer. A merendar. Las fuerzas me sonreían.
Por la tarde llamé a un amigo que vive en Amer y me invitó a dormir en su casa. Pusimos una lavadora, tendimos la ropa y nos fuimos a cenar unas hamburguesas. En sólo 24 horas, mi CAT700 había dado un giro de 180 grados. Había cambiado de chip. Me daba igual llegar en tres, en cuatro o en cinco días. Estaba disfrutando del viaje. Lo pienso y sí, fue lo mejor del día. Charlar con mi amigo Xavi. Hacía mucho que no compartíamos unas cervezas tranquilamente. >>
Me atraía la idea de combinar viaje y reto deportivo. Aunque no sea una competición, sí hay un cierto aliciente de desafío y, para mí, acabarla ya era una gran victoria.
VIVIR LIGERO
<< Son las 6 de la mañana y ya estoy pedaleando. Es el último día de mi primera CAT700. Avanzo por una pista ancha, entre campos recién segados y enormes pacas de heno.
Pedaleo ligera. Fácil. Es llano y el viento aún no se ha enterado de que ya estoy en marcha. He pasado la noche en un hostal de Castelló d'Empuries. Sí, me ha ido bien no cargar con el saco de dormir, la esterilla... aunque también he echado de menos esa sensación de poder parar en cualquier sitio. De fluir sin planificar.
El sol asoma por el horizonte cuando entro en el Parc Natural dels Aiguamolls de l'Empordà. A esta hora no hay nadie. El aire huele a tierra mojada y a salitre. El camino divide la marisma entre hileras de juncos. Freno un momento para capturar el instante. Todo está en calma. En silencio. El pantano es como un espejo gigante. No me había dado cuenta, pero a lo lejos descansa una bandada de flamencos. Me pregunto dónde pasarán el verano. Dónde pasaron el invierno. Ellos sí que viajan ligero...
HORIZONTE AZUL
A partir de Roses, la pista enlaza una cala con otra bordeando la costa. Ahora sube, ahora baja. Ahora sube, ahora baja. El sol lo inunda todo. No hay ni una sombra. A un lado, el mar azul, los acantilados... Al otro, una tierra agreste y adusta que no perdona. Por suerte, llevo agua. Aprendí la lección el primer día, cuando llegué a Le Perthus con calambres. A partir de ahí, no me he saltado ni un pueblo sin llenar los bidones. Creo que no he bebido tanta agua en mi vida.
Mientras pedaleo, pienso en cómo ha cambiado el paisaje. Hace sólo dos días estaba en el Pirineo. Pienso en los incendios que hubo aquí hace unos años. Y en el baño que me voy a dar en Cadaqués. También en que me gustaría circunnavegar todo el Cap de Creus con el packraft, en septiembre...
FINAL FELIZ
Al ver Cadaqués desde lo alto, empiezo a comprender que lo voy a conseguir. Es un pueblo precioso, todo blanco, con la bahía llena de barcas fondeadas. Lo primero que hago es bañarme en la playa de Es Llaner. Luego me siento en una terraza a comer. Huevos estrellados. Para beber, agua con hielo y limón. De postre, busco una heladería y me pido un cucurucho de pistacho.
Colera está cerca. Sólo falta subir al Coll de Perafita y después bajar a El Port de la Selva y después... después viene la ascensión al monasterio de Sant Pere de Rodes y después... El atajo que va por la costa me tienta desde hace horas. La ventaja de ir entre los últimos es que te van llegando mensajes con información muy valiosa. Uno de ellos me ayuda a decidirme. Sí, ya subiré al monasterio en otra ocasión.
Al llegar a Colera, Mònica y compañía me reciben con una ovación. Lo he conseguido. Mi sonrisa en la foto de meta lo dice todo. >>
GUÍA PRÁCTICA
→ FECHAS La CAT700 Brevet se celebra en junio. Suele empezar un viernes y la organización da un plazo de 5 días y 4 noches para completar el recorrido.
→ FILOSOFÍA La CAT700 es una travesía no competitiva en formato non-stop y régimen de autosuficiencia que reivindica el bikepacking como una forma de descubrir el territorio, estableciendo un vínculo personal con el mismo. No existe clasificación, ni dorsales, ni premios.
→ VERSIÓN BACKROADS La CAT700 Original está pensada para bicicletas de gravel y de montaña. Al mismo tiempo y en el mismo territorio se celebra la CAT700 Backroads–, que transcurre por carreteras de montaña y caminos pavimentados poco transitados.
→ ORIENTACIÓN La organización facilita el track para GPS a los inscritos unos días antes de su celebración.
→ LOCALIZADOR Cada participante lleva un localizador GPS facilitado por la organización que permite saber su posición en tiempo real durante toda la prueba.
→ TIPO DE TERRENO Predominan los caminos en buen estado, pero también hubo algún sector en el que los que íbamos con bicis de gravel echamos de menos algo más de balón.
→ DESARROLLOS Los desniveles son importantes y en algunos sectores obligan a llevar desarrollos cómodos, más parecidos a los de mountain bike que a los de gravel rodador.
→ AGUA & COMIDA El reglamento de la CAT700 prohíbe los equipos de apoyo y la asistencia por parte de terceros. Tampoco hay avituallamientos establecidos –sí suele haber uno sorpresa, aunque no está reglado–. El objetivo es promover el consumo en bares, restaurantes y comercios locales a lo largo del recorrido.
→ GUÍA DE SERVICIOS Los inscritos reciben una completa lista con información de hoteles, hostales, albergues, campings, talleres mecánicos, etc. existentes a lo largo –o cerca– de la ruta.
→ ENCANTARÁ… A ciclistas de carne y hueso que desean iniciarse en las pruebas de ultradistancia en régimen de autosuficiencia.
→ CONTRAINDICADA PARA… Cazatrofeos en busca de fama, gloria o dinero.
→ INFORMACIÓN E INSCRIPCIONES CAT700 Brevet I www.cat700.com
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