Nabaín desde Ascaso

TREKKING I 7 km I 805 m+

Nabaín (1.799 m) desde Ascaso

MIRADOR DE CINE

LAS PRIMERAS NEVADAS DEL INVIERNO INVITAN A ELEGIR UN DÍA CLARO Y RELUCIENTE PARA ASCENDER AL PICO NABAÍN, TAMBIÉN CONOCIDO COMO SANTA MARINA, DESDE DONDE SE DISFRUTA DE UNA DE LAS PANORÁMICAS MÁS ESPLÉNDIDAS DEL PIRINEO ARAGONÉS.

Texto y fotos: Sergio Fernández Tolosa & Amelia Herrero Becker

El más famoso de los tres relojes de sol de Ascaso, el que está pintado al fresco en la fachada de la antigua herrería, marca entre las 10 y las 11. Es 4 de enero. El día está más que sereno. La atmósfera fresca y cristalina augura excelentes vistas. El pueblo entero guarda silencio. Sólo el alambre de un rebaño de vacas tintinea armónicamente, no muy lejos. Llenamos la cantimplora en la fuente. Es hora de empezar.

Retrocedemos unos metros por la pista hasta encontrar el pequeño cartel de madera que indica "Santa Marina por Nabaín". Una maroma metálica anclada a la pared ayuda a superar el primer resalte. Después, la senda se abre paso entre la vegetación, en fuerte pendiente, sobre una lengua de roca caliza gris claro. Entre hito e hito, hacemos una breve pausa para recuperar el aliento y, de paso, otear el paisaje.

CUANDO ME RELUMBRE EL SOL, ACÉRCATE PASO A PASO, Y SABRÁS LA HORA QUE ES, EN ESTE RELÓ DE ASCASO.

RECORRIDO

7 km

Itinerario senderista de ida y vuelta desde el pueblo de Ascaso hasta la cumbre del pico Nabaín. Panorámico trazado por la parte más alta del anticlinal de Boltaña, sobre los valles del Ara y de Vió.

DESNIVEL

805 m+

Excursión con perfil muy contundente, pues se gana –y se pierde– un considerable desnivel en muy poca distancia. Conviene tomarlo con calma, sobre todo en la primera parte.

DIFICULTAD

3/5

Durante casi un tercio del recorrido, la ruta progresa por un suelo de roca desnuda con fuerte inclinación. En el acceso a la ruta hay un pequeño resalte equipado con una maroma metálica.

ATRACTIVOS

☆ ☆ ☆

Los relojes de sol de Ascaso, su pequeña-gran Muestra de Cine, los fósiles de assilina incrustados en la roca caliza, la alfombra de erizones, la panorámica cima con la silueta de Las Tres Sorores, el silencio…

UN PUEBLO CASI EN LO MÁS ALTO

Ascaso enseguida queda bien abajo. Sobre la cresta de la montaña, apenas son media docena de casas, todas en fila. En la década de 1950 llegó a tener 43 habitantes. Después, la despoblación y el aislamiento lo dejaron casi vacío. Hasta la apertura de la pista –hoy asfaltada– a mediados de la década de 1990, Ascaso sólo era accesible por senda, a pie o en mulo. Un vecino del Biello Sobrarbe nos contó una vez que de niño había subido con su padre, a lomos del macho, a comer a casa de unos familiares. "Íbamos por la mañana, comíamos y volvíamos por la tarde".

Menudo viaje. La excursión de hoy parece un paseo. El día es de ensueño. No corre ni una brizna de viento.

Con el resuello más calmado, seguimos clavando el paso, muy corto, sobre la dura y noble roca. De ella asoman pequeños fósiles de assilinas, unos seres arcaicos ya extintos, de cuando un mar tropical ocupaba lo que hoy es una cordillera. Cuántos cambios. La única vegetación que logra enraizar en las pocas grietas de la masa rocosa son unos raídos y pertinaces bojes.

LEJANOS MARES DE NUBES

Poco antes de llegar al escarpe de la Cresta de las Diez, el altímetro indica que hemos ganado la mitad del desnivel. Hace ya un rato que pisamos tierra, entre bojes de mayor porte y erizones.

La pendiente se ha suavizado y los músculos han entrado en calor, pero cada cierto tiempo paramos para dar media vuelta y admirar la silueta de la Peña Montañesa –que desde aquí parece un castillo–, Punta Lierga y las nevadas cimas del Macizo de Cotiella. Un poco más al norte, Punta Suelza, Punta Fuesa… También se observan las cuencas de los valles del Cinca y el Ara, y el pantano de Mediano al fondo, con un mar de nubes que cubre como una sábana de algodón todo lo que hay más al sur del Sobrarbe.

La senda avanza ahora pegada al profundo corte que desciende en vertical hasta la ribera del Ara. Estamos en la parte más alta del anticlinal de Boltaña, un enorme pliegue geológico cortado en dos por las pacientes aguas del único río salvaje del Pirineo.

VIEJOS SENDEROS

Al poco aparece el sendero, recientemente limpiado y señalizado, que sube desde Jánovas, ese otro pueblo que ha luchado lo incontable para seguir respirando, incluso cuando amenazaron con ahogarlo bajo las aguas de un pantano. Pero eso ya es otra excursión que queda pendiente.

La ruta continúa en suave subida por el lomo de la sierra, poblada por un mar de erizón, hasta los restos de la ermita de Santa Marina. Hasta aquí subían los lugareños en romería. De la cueva en la que apareció la imagen de la santa, extraían piedras que servían para sanar el dolor de muelas.

Hemos llegado a la cumbre, posiblemente el mirador más espléndido del Pirineo aragonés. El macizo de Monte Perdido –Tresserols– domina la escena que completan Las Zucas, los Sestrales, el Cañón de Añisclo, el Mondoto… A ambos lados se alinean otras muchas cumbres, pero hoy la vista prefiere recrearse identificando pueblitos perdidos por el fondo de los valles, como Yeba, Campol, Puyuelo, San Martín, Ceresuela…

Tras el panorámico e idílico pícnic, regresamos a Ascaso por el mismo camino, pero más rápido. El reloj de sol marca entre las 4 y las 5.

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